El conductor del Samur Social detenido por pederastia veranea en Melide

GALICIA

La casa familiar de Rafael Prado
La casa familiar de Rafael Prado NOGUEROL

Rafael Prado es hijo de un emigrante natural del concello coruñés, donde aún reside buena parte de su familia

21 nov 2012 . Actualizado a las 11:54 h.

Rafael Prado, el conductor del servicio del Samur Social de Madrid detenido por cometer abusos sexuales a decenas de menores, es hijo de la emigración gallega en la capital. Cuando, días atrás, su identidad y su imagen trascendieron a través de las principales cadenas de televisión estatales, se le reconoció, sin ningún género de dudas, en Melide, de donde era natural su padre, ya fallecido y también de nombre Rafael, miembro de una conocida familia de cinco hermanos a los que todo el mundo identifica en la localidad coruñesa con el sobrenombre de O Donicio.

Rafael padre había emigrado de joven a Madrid, en donde se casó y trabajó en el parque móvil del Estado, para el que, hace mas de cuarenta años, ejerció como chófer de altos cargos políticos como José Luis Meilán Gil, también exrector de la Universidade da Coruña, y Carrero Blanco. Cuando el 20 de diciembre de 1973 ETA atentó contra el presidente del Consejo de Ministros nombrado por Franco, se libró por los pelos. Acababa de finalizar su servicio.

Esta y unas cuantas anécdotas más se cuentan en Melide desde que trascendió la detención de Rafael Prado, que nació y se crio en la capital junto a sus dos hermanos mayores, María Jesús y Javier. El vínculo que mantienen con la localidad coruñesa, en la que reside buena parte de sus familiares, es el más común entre hijos de emigrantes. Melide es su destino de las vacaciones de verano «desde que eran niños», cuenta una prima que no sale de su asombro por la detención de Rafael. Aunque admite que no tiene trato con él desde hace ya muchos años, afirma que se quedó «de piedra» porque, por los recuerdos que conserva de su niñez, dice, «es un chaval normal». «Me quedo de piedra, qué fuerte», comenta.

Rafael, de 41 años, sus dos hermanos y sus padres veraneaban en una casa que el progenitor había construido en la zona de A Martagona, en el casco urbano melidense. A la vivienda familiar todavía regresan en vacaciones, pero lo hacen, sobre todo, su hermano Javier y su madre, Chari, la única «que viene mucho por aquí», comenta la prima del detenido. Desde que Rafael trabajaba como monitor en campamentos juveniles de una asociación de Madrid, donde se sospecha que cometía los abusos, sus veranos se restringían a pocos días en Melide, donde se casó por lo civil hace unos seis o siete años con la madre de su hijo, la misma mujer que, ahora embarazada de su segundo vástago, lo denunció.