La clase política y otros problemas reales de Galicia

Laureano López
Laureano López CAMPO DE BATALLA

GALICIA

23 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Se equivocan en Génova si creen que la victoria aplastante del PP en Galicia es un aval a su política de recortes. Lo han dicho ya, pero no hace falta bajar a la letra pequeña para ver que 145.000 personas que en el 2009 votaron a Feijoo se quedaron en casa este domingo. Goleó por méritos propios, pero también por deméritos ajenos: el resto jugaba sin delantero, sin medio del campo y sin portero. De ahí que fuera el único al que los potenciales votantes vieran con capacidad real para gobernar en la Xunta. Casi en consecuencia, y por desafección del PSOE y del BNG con los problemas de los gallegos, y no al revés, las cosas no tenían otra salida: mayoría absoluta de Feijoo. Claro que, honrosas excepciones aparte (Guillerme Vázquez, en la tarde ayer) tanto la dirección de los socialistas como de lo que queda del Bloque continúan pensando, y diciendo, que quien se equivocó fue Galicia. La clase política de vez en cuando ofrece estos espectáculos. Tratan de justificar así sus catastróficas desdichas electorales. Viajan, pues, del precipicio a convertirse, si no viran todo a estribor, en simple anécdota dentro del arco parlamentario. Se equivocó Galicia, dicen, al elegir a este presidencia y haciendo de un señor mayor de pelo blanco prácticamente el jefe, al menos moralmente, de la oposición que viene. Estos dos argumentos han sido convenientemente contestados en las urnas.

Claro que Feijoo, en fase de deshojar la margarita de la sucesión, circunstancia que le incrementará el ego que por definición tienen todos los políticos, deberá no perder de vista, dada la trascendencia del momento, a los tres millones de gallegos que colocó como lema de campaña: Galicia, primeiro. Tres millones de personas a los que importará más bien poco si Pachi Vázquez toma cicuta o se la dan a beber, si el BNG decide abrirse más o encerrarse en sí mismo, o si Beiras vuelve a descalzarse el zapato. Lo importante del momento se puede resumir en unos pocos números y nombres. Los más de 259.000 parados oficiales (para quien Feijoo tuvo un recuerdo, pero esto solo no basta, en la noche de la victoria), los 97 gallegos que emigran todos los días y, por tanto, son parados extraoficiales, la tormenta perfecta en la que se ha convertido la pirámide poblacional gallega, donde lo único rentable es montar una funeraria y ver pasar a gente muriendo, el naval, la banca, el AVE, la dependencia, la crisis permanente del sector lácteo, la cadena perpetua de las preferentes... Esto sí es Galicia. A Feijoo le han dado los gallegos licencia para arreglarlo. Y a la oposición, para fiscalizarlo. Ahí es donde tienen que dejarse el alma.