La llegada del AVE reordena el mapa ferroviario de Galicia

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

La parada de Cerceda-Meirama, ahora ubicada a varios kilómetros de Cerceda, es una de las que han quedado más a desmano para los habituales del tren.
La parada de Cerceda-Meirama, ahora ubicada a varios kilómetros de Cerceda, es una de las que han quedado más a desmano para los habituales del tren. vÍtor mejuto< / span>

Usuarios que antes tenían la estación junto a su casa tienen ahora que andar kilómetros para acceder a algunas nuevas paradas del eje atlántico

25 jun 2012 . Actualizado a las 09:32 h.

Son poco más de las cinco y media de la tarde. En la estación de Cerceda-Meirama, un edificio nuevo y cerrado que se levanta junto a una vía con varios andenes rodeados de eucaliptos y pinos, aguarda Alba. Hace frío y, desde la carretera que conduce hasta el inmueble, se la ve esperando en uno de los bancos del exterior. Vive en Cerceda, en Vila da Igrexa, y viaja prácticamente todos los días a A Coruña. Antes el tren paraba allí, junto a su hogar. «Ahora tengo que andar unos seis kilómetros desde casa. Cuando llueve agarro un taxi, cuesta unos cinco euros. Al centro del pueblo cobran cuatro», dice. La de Vila da Igrexa es una de las paradas que desapareció desde que entró en funcionamiento el nuevo trazado entre Santiago y A Coruña.

Al igual que ocurre en Ordes, ahora la estación está en medio de la nada, lejos del pueblo. Buena parte de los que van habitualmente en ferrocarril a A Coruña o Santiago dejan el coche en el aparcamiento. Tampoco hay un autobús.

En la línea que une Vigo y A Coruña son ya varias las estaciones y apeaderos que han desaparecido. El desembarco de la alta velocidad en Galicia podría traer también bajo el brazo la eliminación de en torno a una docena más en la ruta que avanza entre ambas urbes. Uxes, Osebe, A Escravitude, Padrón, Pontecesures, Catoira, Portela, Pontevedra-Universidade, Arcade, Cesantes, Redondela-Picota y Redondela son algunas. A la vez que esto podría ocurrir, está prevista la construcción de nuevas estaciones en Padrón, Arcade y Redondela. La idea es que estas aglutinen el tráfico de la comarca porque en la comunidad, explican algunos expertos, los núcleos son tan dispersos que no podría ponerse un apeadero en cada uno.

Antes de las elecciones, la Plataforma Salva o Tren tuvo un encuentro con representantes de ese departamento del Gobierno central. El resultado fue bueno, igual que el del encuentro mantenido a finales de abril con el nuevo director general de Ferrocarriles. En esa reunión plantearon las promesas que les había hecho el Gobierno anterior. Eran mantener esa vieja vía y recuperarían incluso algunas de las paradas cerradas. De hecho, en la línea entre Ourense y Santiago hay cuatro regionales que, por la vía vieja, paran en Lalín, O Carballiño y O Irixo, pese a que ya esté en marcha el AVE por la nueva. El Gobierno del PP se ha comprometido ahora a valorar esa idea y sopesar el coste económico que supone la propuesta. Mientras las promesas y negociaciones para mantener los servicios regionales continúan, algunos de los usuarios tratan de adaptarse a las nuevas circunstancias. Lo hacen salvando pequeños problemas. «En la escalera que va al paso que avanza bajo la vía no había iluminación, fui a hablar con los que mandan en A Coruña y al otro día ya estaba colocada de todo», explica la mujer que espera en Cerceda-Meirama la llegada del tren.

Al fin llega el convoy. Puntual. La mujer asciende la escalerilla, igual que otro usuario que había llegado hace un rato. La poca afluencia en algunas paradas y la consecuente falta de rentabilidad es una de las razones esgrimidas en su día por la Administración para explicar la eliminación de paradas.

El elevado precio del carburante y la subida de los peajes (un tique de ida y vuelta entre A Coruña y Santiago puede costar poco más de ocho euros con el bono diez, mientras que los peajes son ya más de diez euros) animan a cada vez más gallegos a usar los servicios regionales. Es lo que piensa hacer otra mujer, que minutos después de haber pasado el tren, llega a la estación. La puerta está cerrada. Descubre los horarios en un cristal. «Voy a comenzar a utilizar el tren », dice. En Cerceda-Meirama nadie despacha tiques. La estación está nueva, pero nota ya el efecto de estar en medio de la nada. Tiene cristales rotos. Lo único que se oye es el traqueteo de un tren de mercancías. El destino, probablemente Meirama.

El elevado precio del carburante y el alza de los peajes animan a utilizar el servicio

Los carteles nuevos del ADIF que cuelgan en la fachada de la estación de ferrocarril de Catoira delatan que el inmueble ha experimentado una remodelación. Le cambiaron el tejado, las ventanas. El propietario del bar y restaurante Casa Emilio, José Rodríguez, relata la historia. «La estación estuvo abierta hasta que falleció el responsable, que tenía el hogar en el inmueble», recuerda. Ahora, pese a que el tren continúa parando, no hay nadie, está cerrada.

La de Catoira es una de esas estaciones que, según los primeros proyectos que tenía Fomento, desaparecerá cuando pongan en marcha la nueva vía de alta velocidad. Ahora es una parada que se llena los fines de semana y que tiene usuarios durante los días de diario. «Aquí veñen de todo Barbanza. Venres, sábado e domingo chegan estudantes. O tren que é forte é o das cinco da tarde», explica.

Para los que vienen de Rianxo, Ribeira, Boiro o A Pobra es el apeadero más cercano. En caso de desaparecer esta parada, tendrían que ir a Padrón.