Javier Zaragoza fue el fiscal del 11-M y está considerado como uno de los mayores expertos en terrorismo internacional
-¿Cómo valora lo ocurrido en Francia, en el contexto del terrorismo internacional?
-Es algo que se veía venir. Con Internet ya no es necesario pertenecer a un grupo terrorista para cometer un acto terrorista. Esa es la gran novedad del terrorismo internacional: un individuo asume postulados radicales que lo llevan a cometer una acción terrorista en respuesta o siguiendo indicaciones de esa multinacional del terror que es el yihadismo global, sin necesidad de integrarse en una organización terrorista al estilo tradicional. Con la información que recibe a través de las plataformas de comunicación yihadistas, vía foros, salas de chat o sitios web, se adoctrina, se radicaliza, aprende a manejar explosivos, creando así potenciales terroristas capaces de cometer atentados como ha sucedido en Francia.
-¿Eso es algo exclusivo del terrorismo de corte yihadista?
-No, también se da en el terrorismo de extrema derecha, muy vinculado con la ideología neonazi. Los casos de Oslo y Arizona demuestran que el terrorismo no es patrimonio exclusivo de la extrema izquierda o de pensamientos religiosos radicales. También la extrema derecha genera conductas, acciones e individuos terroristas.
-Parecía que tras la reacción de Occidente a los atentados del 11-S y el 11-M el terrorismo yihadista no estaba últimamente en su mejor momento.
-Con el 11-M aprendimos la lección de que había que prevenir y no esperar a que se cometieran atentados e investigarlos. La política penal cambió para convertirse en fundamentalmente preventiva o de respuesta anticipada. Para eso hemos utilizado nuevos tipos penales como el delito de integración o el de colaboración. La reforma del Código del 2010 incrimina también conductas como la captación, el adoctrinamiento o la difusión pública de mensajes o consignas que generan riesgos de cometer atentados. Se ha completado de alguna forma todo el arsenal jurídico penal para tratar de ser eficaces en esta política de prevención, que es absolutamente necesaria para evitar sucesos como los que han pasado en Francia.