Triste, reconociendo el cansancio personal por poner en marcha el proyecto que ayer se le fue de las manos y que aseguró «xa non recoñecer», Carlos Aymerich quiso escenificar ayer su adiós ante los que se acababan de convertir en excompañeros pidiendo la palabra antes de marcharse para decir: «Eu me baixo nesta parada».
La ironía puso el colofón a sus intervenciones durante el día en las que advirtió que la sociedad gallega no va a entender «a sopa de siglas» en las que se va a convertir el nacionalismo gallego, o para dejar también dicho que las escisiones que ha sufrido dicha opción política, y el Bloque en particular, han acabado con el paso del tiempo con una nueva confluencia en la «casa común», como hasta ahora unos y otros denominaban al frente.
Aymerich recalcó que seguirá en el BNG, «mentres fóra se vai perder tempo, enerxías e máis xente», para añadir que los puentes del reencuentro, por su parte, quedan tendidos.