Un vecino de la localidad ideó la forma de convertir la marquesina en lugar de encuentro de la localidad.
08 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Hace tiempo que en la parroquia de A Veiga, situada en el concello ourensano de A Bola, no viven niños. Por eso la marquesina que años atrás los protegía de las inclemencias meteorológicas, mientras no llegaba el autobús, se había quedado casi inservible. Hasta que un vecino, José Blanco, tuvo una idea: convertirlo en lugar de encuentro de la localidad. Así, la marquesina, al pie de la carretera, fue dotada de mobiliario este verano. Primero fueron sillas. El banco de madera resultaba insuficiente para la comodidad de los vecinos. Luego dos persianas para protegerse del sol, ya que en verano pega con fuerza en el interior ourensano.
«As cadeiras tivémolas que ir cambiando porque ao principio levábanas. Logo puxemos unhas medio rompidas e xa non as leva ninguén», explica José. La suerte de las persianas fue mayor. «Tíñaas na miña casa, e con elas evitaba que os gatos pasaran. Logo púxenas aí e quedaron», explicaba ayer mientras cuadraba una de ellas. «Co vento móvense moito, pero van aguantando». Según cuenta Blanco, día a día acuden a la marquesina sobre todo grupos de mujeres que pasan allí buena parte de la tarde. Pero ayer la meteorología no estaba de su parte. «É raro que non estean aquí, pero veñen sempre dúas veciñas de 92 e 94 anos e están aí charlando». Justo enfrente de la marquesina, el Concello ha instalado bancos para los vecinos, al lado de la preciosa iglesia de San Munio da Veiga, «pero a marquesiña usámola máis. É boa se chove ou se hai calor».
«Unhas veces conversamos e outras falamos de tonterías»
José Blanco