Calabacines talla XXL

marta valiña CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

Un agricultor de Cabana logra frutos que superan los 2 metros de largo

08 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Desde hace dos años le llaman O Rei do Tomate, porque sus frutos arrasan siempre en el concurso convocado por el Concello de Carballo para fomentar el Feirón de Outono, uno de los mercados más concurridos del año. Pero a partir de ahora Máximo Lema Pose será también O Rei do Calabacín, un título que se ha ganado en la última edición del certamen carballés, celebrado el pasado domingo, cuando sorprendió al jurado y al público con cuatro enormes calabacines que muchos tuvieron que tocar para dar fe de que no se trataba de un adorno de plástico. Uno de ellos superaba los 2,40 metros de largo y los otros tres no le andaban a la zaga.

Una visita a su invernadero, situado en la parroquia de Borneiro (en el concello coruñés de Cabana, que tiene 4.909 habitantes), demuestra, además, que los cuatro enormes frutos del concurso no fueron una casualidad, porque de las parras de Máximo cuelgan, haciendo honor a su nombre de pila, decenas de calabacines de tamaño supremo. Grandes y sabrosos, porque aquellos que los han probado aseguran que en el plato sorprenden tanto como en la planta.

Máximo comenzó a plantarlos hace tres años, cuando un italiano residente en Laxe le regaló unas semillas de una variedad procedente de su país. «Sempre me gustou probar cousas novas, así que planteinos para ver que pasaba», explica Máximo, quien confiesa que nunca pensó que saldrían adelante. Ni siquiera, dice, se quedó con el nombre del tipo de calabacín que estaba plantando. «Só sei que o primeiro ano deixeinos ir ao seu ritmo, ata que o que me deu as sementes me dixo que tiña que emparralos e que lles gustaba moito o esterco, así que a cada planta púxenlle un carro completo», cuenta Máximo, cuyos productos pueden comprarse semanalmente en las ferias de Carballo, Paiosaco, Laxe, Ponteceso y Baio.

Le gusta lo que hace

El secreto de su huerta, asegura, es que le gusta lo que hace, que le divierte ver cómo crecen las plantas y que ha decidido que la calidad prime siempre sobre la cantidad. Pero, añade, el factor fundamental es que él es agricultor «por devoción, non por obrigación». De hecho, Máximo, soldador de profesión, jamás se había visto con las manos en la tierra hasta hace 20 años, cuando regresó de Suiza y decidió dedicarse al campo. «Nin meus pais eran labradores, pero isto gustábame e fun pouco a pouco», reconoce. Y poco a poco se ha ido ganando el reinado de la huerta. No hay más que ver sus cetros en forma de calabacín.