Joan la encontró en un contenedor de Arzúa. En enero saldrá de Jaén, a pie y solo con ella, para recrear un duro libro leído cuando era niño
13 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La vida se compone de casualidades. Lo dice Joan Alcala Sanchis, catalán de 52 años residente en Arzúa hace solo siete meses. Otros hablarían de destino. Las cosas llegan, incluso cuando no se esperaban. A la que será la protagonista de uno de sus Caminos más retadores la encontró en un contenedor de basura, a escasísimos metros del bar que regenta en esa localidad, el Mandala, donde hay colgadas banderas tibetanas y donde tiene un pequeño rincón de peregrinaciones vitales. Estaba desechada, olvidada. «Pero ahora ella hará el Camino, yo la acompañaré», asegura. Se refiere a esa protagonista: una vieja maleta, de cuero. «Solo hubo que limpiarla, recoserla, cambiarle las cintas...». Tiene el sello de confección de una empresa de Arzúa. «Podría tener unos 70 años», la enseña Joan. Expresivo, de ojos claros.
Una obra prohibida
La vieja maleta le recordó el que quizás fue el primer o segundo libro que leyó siendo niño. Le marcó, pero no recuerda el título, ni adónde pudo ir a parar. No consigue localizarlo. Sabe que se publicó sobre 1947 o 1948, que solo se editaron unos cien ejemplares y que la obra fue requisada. Era incómoda para los tiempos.
«Contaba la historia de un padre al que, en plena Guerra Civil, se le muere la mujer de enfermedad y uno de sus hijos en batalla. Tiene otro, que es cura, pero no sabe nada de él desde hace años. Le dicen que está en alguna parroquia del Camino de Santiago. Así que mete lo poco que le queda en una vieja maleta y sale de Jaén, donde vivía, para buscarlo». Aquel padre recorrió España con hambre y frío, hasta que, ocho años después de su salida, muere. Llamado un sacerdote para enterrarlo, este descubre, al abrir la maleta del peregrino, que es su padre. Será el cura el que escriba la historia, siguiendo las notas del caminante.
En pleno invierno, «sin un duro»
Joan tratará de revivir «aquella hazaña». Incluso de reescribirla, con las diferencias que, obviamente, provocan los años de cambio. Se irá a Jaén -«el 2 o el 3 de enero»-, bajará hasta Granada y comenzará la vía de la Plata, para enlazar después con el Camino Sanabrés hasta Compostela. Lo hará en pleno invierno. De ahí el paraguas. En la vieja maleta encontrada guardará lo más básico, muy poco, casi nada. Ningún por si acaso. Así recorrerá a pie los más o menos 1.500 kilómetros que, estima, durará el recorrido de su Camino. Calcula que le llevará unos dos meses, pero no lo sabe, porque tendrá que sobrevivir. «Voy a irme sin un duro. No voy a pedir, pero sí solicitaré colaboración. Es decir, me quedaré limpiando donde haga falta, trabajaré para poder ganar un plato de comida o un sitio donde quedarme. Sé que más de un día no comeré y otros dormiré en la calle».
Esta será para Joan una peregrinación distinta. Un reto. Sabe que quizás tenga que abandonarlo, y eso que está «curtido», incluso en montañas. Con el Camino empezó en 1989: algunos tramos, por turismo. En 1994 sufrió un accidente de moto. Lo operaron. «Tengo una pierna casi perdida», dice. Por eso a partir de entonces empezó a andar más, aprovechando la infraestructura del Camino. En el 2000 se inclinó por los de largo recorrido. Es para él una filosofía, un modo de vivir. «Te hace ser más persona», indica. «En el 2007 pasó algo que cambió mi vida», reconoce. Algo duro, que prefiere guardar, pero que mudó su visión. Decidió abandonar todo y quedarse en el Camino. Más tarde le comentarían que había un bar en Arzúa del que quizás podría hacerse cargo... y ahí encontró la maleta.
Vía Facebook
«Siempre digo que explicar lo que es el Camino a alguien que no lo ha hecho es complicado, pero que te entiendan es un milagro», apunta. Ha hecho el del Norte, el Primitivo, el Inglés, el Portugués, el Catalán, la vía de la Plata... Repitió muchos. Enteros o tramos. Ahora, antes de iniciar el de enero, tiene otro previsto: el 7 de noviembre empezará el desconocido Interior de Invierno, pasando por las cuatro provincias gallegas. Suma, entre todos, unos 35.000 kilómetros a pie. La aventura de la maleta y de Joan se puede y podrá seguir vía Facebook, a través del grupo Un Camino en la maleta. Ahí le dejan mensajes que él imprime, y que llevará dentro de ella.
«Más de un día no comeré y otros dormiré en la calle»