Fornelos no gana para disgustos

Juan Manuel Fuentes Galán
JUANMA FUENTES VIGO / LA VOZ

GALICIA

En la última década se han sucedido hechos luctuosos en el municipios

03 oct 2011 . Actualizado a las 16:15 h.

Es uno de los municipios menos poblados de Pontevedra y, por su situación, alejado de las principales vías de comunicación, no es fácil terminar en Fornelos de Montes salvo que sea el destino buscado. El año pasado su censo rebasó a la baja el listón de los 2.000 vecinos, en un municipio que supera los 80 kilómetros cuadrados. Estadísticamente, por tanto, quizás no le corresponderían tantas desgracias como las que se suceden en los últimos años.

Posiblemente eso es lo que pensaron algunos de sus 1.966 habitantes cuando hace unos días recibían sobrecogidos la noticia de que una vecina emigrada a Madrid había sido asesinada en una iglesia de la capital de España. Sin duda hubieran preferido ocupar titulares por otros motivos, como la condición de lugar en el que más llueve de España, con más de 4.000 litros caídos algunos años, algo que viene muy bien a su embalse de Eiras que surte a Vigo y comarca.

La muerte de Rocío Piñeiro, de solo 36 años y con un embarazo casi a término, hizo recordar a muchos que el pasado verano Fornelos de Montes fue también noticia por un hecho luctuoso. En agosto del 2010 dos miembros de las brigadas antiincendios de la Xunta perecían en un siniestro que afectó a las parroquias de Rial y San Vicente de Oitavén. Julio Martínez (27 años) y Rodrigo Amo (35) perecieron a causa de un fuego supuestamente intencionado.

El grave suceso provocó enorme conmoción en toda Galicia y originó una profunda investigación que llevó a la detención de un vecino como supuesto autor. Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, los hechos no llegaron a aclararse.

Agosto parece ser una época especialmente nefasta en Fornelos. A finales de ese mes del año 2002 José Antonio Oitavén Vila mató a su padre de dos puñaladas mientras dormía. Su versión incidía en los malos tratos recibidos de su progenitor, Manuel David Oitavén, de 56 años, quien curiosamente también había trabajado como brigadista. Algún atenuante debieron ver los jueces ya que el parricida confeso solo fue condenado a 5,5 años, pese a que el fiscal pedía 15 y la acusación particular, ejercida por una tía paterna, la elevaba hasta los 18 años.

Un repaso somero a los hechos acontecidos en la última década también afectaron de lleno a Fornelos. En el año 2006 fallecía en Ponteareas por desnutrición un niño de seis años, Aarón, lo que llevó a la cárcel a su padre, José Antonio Cabadas, natural de Fornelos, mientras la madre recibía tratamiento psiquiátrico. La familia residió en Fornelos entre el 2003 y el 2004, justo antes de trasladarse a la vecina Ponteareas.

Igualmente afectó a Fornelos la detención en el 2001 de Edelmiro Rial, cura de la parroquia baionesa de Baredo, acusado de abusos a menores y que fue encarcelado por ello. Había sido párroco en Fornelos y muchos de sus vecinos lo defendieron públicamente y nunca se creyeron la imputación.