Orozco jugaba más tranquilo el pasado mandato cuando gobernaba en solitario y era un referente. Compartir tablero con el BNG lo pone más nervioso, y en los últimos tiempos hizo jugadas impropias de su veteranía, como esta misma semana cuando se negó a una declaración de trámite en un juzgado, tirando por tierra sus proclamas de apoyo a la Justicia.
Tiene motivos para no confiar en los socios del Bloque: durante el bipartito de la Xunta le sabotearon desde Patrimonio la construcción de un auditorio en el casco histórico con las obras a punto de empezar. El BNG quería triturarle la campaña en Lugo, y al final ocurrió que los lucenses trituraron en las urnas al tándem Touriño-Quintana.
Pero además de la incomodidad del BNG, el Concello de Lugo pierde un contencioso tras otro en asuntos urbanísticos, de personal y de policía local. Y con tanto conflicto y ruido, el jugador está inquieto y menos centrado en el tablero.