De romería al pueblo sumergido

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

GALICIA

El secado de Belesar llena de turistas lugares ocultos hace casi medio siglo.

20 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El embalse de Belesar inundó a principios de los sesenta 2.000 hectáreas de terreno en el suroeste de Lugo. El agua se tragó las mejores tierras de cultivo en los cincuenta kilómetros de río Miño que discurren entre Chantada y Portomarín, pero también una docena de pueblos, carreteras y puentes. Una pequeña parte de estos terrenos normalmente ocultos suelen salir a la superficie cuando el estío aprieta. Pero nunca había pasado lo de este verano. Con Belesar al 5 % de su capacidad por unas obras en la presa, han quedado a la vista cosas que llevaban casi medio siglo bajo el agua. Cientos de personas acuden cada fin de semana al reclamo de las aldeas sumergidas.

Entre ellos hay visitantes foráneos que han oído hablar del aire fantasmal de los bancales de viñedos que siguen en pie, con sus cepas milagrosamente ancladas al suelo. Pero también muchos vecinos de los municipios ribereños que dieron sus primeros pasos en Porto, Pincelo, Portomeñe o Ribó, aldeas que pocos esperaban volver a ver. En algunas parroquias no se han limitado a caminar entre los restos de sus antiguos pueblos. En Castelo (Taboada), aprovecharon la ocasión a finales de julio para volver a celebrar su romería en la ermita inundada en 1963.

A la vieja capilla de Castelo solo le falta el tejado. Sus cuatro paredes están sorprendentemente intactas. Resisten tan bien como el robusto puente de Fortes, construido en los años cincuenta para que cruzase el río la carretera de Rubián a Taboada. A un paso del puente, uno de los lugares más fotografiados de todos los parajes que han salido a la superficie, está el club náutico de Ponte Mourulle. Propiedad del Ayuntamiento de Taboada, su principal atractivo eran las actividades fluviales que ofrecía para grupos de jóvenes. Su embarcadero lleva meses colgado en la ladera a muchos metros del agua. A ellos, el secado de Belesar los ha hundido.

Peregrinación continua

«Hai unha peregrinación continua e moitos entran a preguntar por onde se vai á ponte, pero máis da metade non paran nin a tomar algo», explica Manxel Álvarez el encargado del club. Treinta kilómetros río abajo, ya al lado de la presa, el náutico de Belesar organizó a principios del verano rutas guiadas por los paisajes más espectaculares de la antigua ribera del Miño. Alternativas no les faltan, porque Manxel Álvarez asegura que hay al menos seis rutas de senderismo fácilmente practicables solo entre la presa y Ponte Mourulle.

Es un intento de sacarle partido a esta inesperada atracción turística en que se ha convertido este embalse seco. Tiempo para explorar esta y otras alternativas hay de sobra, porque Belesar continuará bajo mínimos durante meses. Gas Natural Fenosa necesita tiempo para terminar la construcción de minicentrales al lado de las presas de Os Peares y Belesar y para terminar las reformas que, aprovechando la ocasión, tiene en marcha en esta última.