Desiré, «o cura negro» de Mazaricos

Por Xosé Ramón Alvite

GALICIA

Así lo llaman sus feligreses cariñosamente. Desde que Desiré Kouakou llegó a Galicia hace cinco años, a las cinco parroquias que tiene a su cargo se acerca más gente joven y dicen en la aldea que comulgan «ata os homes»

01 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Por la zona de la Costa da Morte es casi tan famoso como el televisivo padre Casares. Desde que llegó a Mazaricos hace cinco años, invitado por su amigo y también cura José Manuel Pensado, al que había conocido en su etapa universitaria en Madrid, ha sido el protagonista de infinidad de conversaciones, reportajes, entrevistas y noticias, todas buenas, relacionadas con su actividad pastoral. A Desiré Kouakou Tanoh, de 38 años y oriundo de Costa de Marfil, lo conocen cariñosamente por tierras mazaricanas como «o cura negro», aunque la realidad supera a la anécdota y dicen que, desde que llegó, la vida parroquial es otra cosa.

En un principio, donde más revuelo creó su llegada fue entre sus propios parroquianos, poco acostumbrados a ver a un cura negro detrás del altar. Aunque lo cierto es que la adaptación de Desiré a la comarca y la actitud con la que fue recibido por todo el vecindario no puede calificarse más que de extraordinaria. A ello ayudó, sin duda, su carácter afable, su personalidad bondadosa y su omnipresente sonrisa, además, por supuesto, de su buen hacer en las cinco parroquias que están a su cargo.

Y es que si por algo destaca Desiré es por su completa dedicación a los más desfavorecidos. «Sempre nos está falando do seu país, das necesidades que teñen e do moito que lles podíamos axudar nós dándolles tan só unha parte de aquilo que nos sobra. Nótase que el sofre moito polos nenos e por todas as persoas que o están pasando mal», apunta una de sus feligresas de la parroquia de San Mamede de Alborés. «É moi boa persoa ademais de bo cura. Dende que chegou el nunca tanta xente, sobre todo mozos e rapaces, se viu na igrexa», se apresura a interrumpir otra que insiste además en el hecho de que con él las misas son mucho más bonitas y sentidas. Otro tanto dicen de él en Santo Tomé de Os Vaos o en San Tirso de Muíño, donde el vecindario en pleno llegó incluso a movilizarse, a finales del 2007, pidiendo al arzobispo que desistiese en su pretensión de trasladarlo a otra parroquia.

El propio Desiré dice recordar con mucho cariño y emoción sus comienzos en la zona. «Me recibieron con mucho afecto. Lógicamente, les resultaba extraño tener un cura negro, y lo entiendo porque, claro, no es lo habitual por aquí, sonríe. La gente de esta zona es estupenda y se ha portado de maravilla conmigo. A todos les estoy muy agradecido por su implicación en cuanto les he pedido. Hay gente que me acoge en su casa como a uno más, como si fuese un hijo, un hermano o un pariente querido», comenta mientras cita varios nombres. Entre ellos el de Miguel do Rabelo, un vecino de la aldea de Vilaferreiros al que él llama cariñosamente «mi padrino». «Sí, digo siempre que es mi padrino porque me ha ayudado y me ayuda mucho. Yo estoy en su casa como si fuese la mía. Me invitan a comer como un miembro más de la familia y eso es de agradecer. Miguel es mi padrino pero hay otras muchas personas que también me transmiten diariamente su cariño. A todos les estoy muy agradecido», sentencia.

Ese afecto mutuo también se percibe en las celebraciones eucarísticas que realiza Kouakou Tanoh. De hecho, desde su llegada el contacto entre el sacerdote y los feligreses durante la misa resulta mucho más estrecho del que acostumbraban a tener los sacerdotes que lo precedieron. «Ata fai preguntas na misa», apunta la madre de uno de los chavales que se prepara para recibir la primera comunión en la iglesia de Muíño. «Con el as celebracións cambiaron moito. Aquí, por exemplo, era moi raro que os homes comulgasen e agora non queda ningún sen facelo. As misas son moito máis participativas e enriquecedoras».

En este sentido, el propio Desiré reconoce que, al principio, se sintió extrañado por el poco entusiasmo con el que los feligreses acudían a sus misas. «En África las misas son una fiesta. Aquí da la sensación de que, a veces, solo nos acercamos a la iglesia para cumplir y no para manifestar y renovar nuestra fe. Creo que poco a poco vamos cambiando las cosas y la gente se acerca hasta el tempo de una forma más receptiva».

La vertiente más solidaria de Desiré Kouakou, y de todos los miembros y amigos de la Asociación de Cooperación Exterior Egueire, se muestra durante el verano con la celebración de la fiesta africana. Un evento que reúne en Mazaricos a varios cientos de personas interesadas en estrechar lazos con África y sobre todo en colaborar con el importante proyecto que la entidad tiene previsto poner en marcha en el sur de Costa de Marfil.

«Nuestra intención es la de construir un centro de acogida y formación sociolaboral para los jóvenes en la región de Grand Lahou, al sur del país», precisa Desiré, que señala que ya se han hecho las gestiones necesarias para que la construcción se inicie en breve plazo de tiempo. «Ya disponemos de los terrenos y de los permisos necesarios. Cuando dispongamos de la financiación suficiente empezaremos a edificar el centro que permitirá que muchos jóvenes marfileños puedan prepararse para un futuro mejor».

En la edición del pasado año, en la que no faltaron ejemplos de la música o la gastronomía africanas, se recaudaron más de ocho mil euros entre las aportaciones de los comensales y las donaciones de otras muchas personas que no pudieron acudir al evento.