Aunque no fueron unos pioneros, hay muchos gallegos que también llevan décadas en Arán. Han construido aquí su vida y han echado raíces, por lo que aunque la cosa vaya regular tratan de capear como pueden el temporal. Un ejemplo es Aurora Martíns, que llegó al valle desde A Mezquita hace ya más de veinte años, y ahora atiende un quiosco de la ONCE.
Desde allí va todos los días hasta el bar que ha abierto en Vielha un vecino de Laxe que llegó para trabajar en la construcción, pero ahora ha dado un salto a un nuevo sector al tomar las riendas de un establecimiento con nombre catalán, Hilari. Aunque los que paran ahí, muchos gallegos, le llaman Hilario. Cuando aterrizó en Arán tardó un día en encontrar trabajo. «Na paleta como todo o mundo», dice. Ahora la cosa ha cambiado.
Hay que hacer números. Hasta a la hora de llenar la cesta de la compra. Y es que el valle es zona turística y los precios de los productos son caros en los supermercados. Por eso son muchos los que viajan a Lérida o Francia para ir a las grandes superficies a la caza de alguna oferta. Dos horas de viaje. Esa es la distancia que separa Vielha-Mijarán, la cabecera de la comarca de Arán, de Lérida, la capital de provincia. Pese a la distancia, muchos vecinos del valle no lo dudan.