Una veintena de crímenes ocurridos desde el 2000 continúan impunes

María Cedrón REDACCIÓN/LA VOZ.

GALICIA

La desaparición de Sonia Iglesias o la muerte de un jubilado de Vigo son algunos de los últimos. Fuentes policiales apuntan que nunca se cierran y cualquier nuevo indicio puede dar un impulso al caso

12 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La historia de Guang Qu y Ku Yong, las dos mujeres chinas que aparecieron muertas en abril del 2009 en el piso de Pontevedra en el que ejercían la prostitución, comienza a dejar de ser un misterio. La detención de un ciudadano chino, supuestamente implicado en el suceso, y la existencia de un segundo sospechoso vislumbran el final de una historia relacionada, al parecer, con la presencia de las tríadas en España. Pero más allá de este caso, en el último decenio se han producido en Galicia en torno a una veintena de crímenes y desapariciones que todavía están pendientes de resolver. Con todo, fuentes policiales apuntan que más de un 90% de los homicidios que ocurren en la comunidad se solucionan. A veces, matizan desde la Fiscalía, «es preferible tener paciencia a meter la pata porque, en base al principio de cosa juzgada, no puede juzgarse dos veces a una persona por el mismo caso»

Pero en los últimos meses se han producido varios sucesos que han contribuido a engrosar esa lista negra de temas abiertos. Basta recordar el caso de la pontevedresa Sonia Iglesias, que falta desde agosto; la muerte, en ese mismo mes, de un jubilado en su domicilio de Vigo como consecuencia de un hachazo; el homicidio de la joven que en noviembre apareció en Gondomar con un tiro en la cabeza, o la desaparición de la joven de Caldas de Reis Ana Vanessa Búa, de 29 años.

Estas historias conviven en los archivos de la policía o la Guardia Civil con otros más antiguos. Un ejemplo es la de Déborah Fernández, una muchacha que hace ocho años fue a hacer footing por el entorno de la playa, en Vigo, y no volvió. Una semana después, su cuerpo apareció en O Rosal. Al parecer, había mantenido relaciones sexuales consentidas, pero lo que ocurrió es todavía un misterio. Entre las teorías que se barajan está la de la muerte natural.

Ese mismo año, una bomba trampa colocada a la entrada de su casa también acabó con la vida de Vicente Lemos y Rosa Gil. Ocurrió en noviembre del 2002 en Redondela. Ahí la falta de pruebas hizo que el sospechoso que habían detenido saliera en libertad.

Pero uno de los casos abiertos más populares de los últimos años es el de la azafata de Vigo que apareció muerta con un golpe en la frente en el chalé que tenía en Porto do Son, en el 2005. El Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Vigo archivó la acusación contra el marido, el cuñado y un tercero. También están el de la joven Cristina Rodríguez, que apareció estrangulada en un barrio coruñés. El sospechoso de la muerte fue absuelto, pero su familia continúa luchando para que reabran el caso. Eso es algo que han conseguido los padres de otro muchacho vigués, Ramón Ortega, que apareció muerto en una calle de Vigo en el 2008.

Oportunidad

Algunos de estos asuntos están ahora en letargo, pero cualquier nuevo indicio puede despertarlos. Porque, tal y como explican fuentes policiales, los crímenes «nunca se cierran y pese a que un delito prescriba continúa investigándose».

Es lo que ocurrió, por ejemplo, con el caso de Montse Martínez en el 2001. La joven de Viana do Bolo había ido una noche de copas y no regresó. Hubo que esperar nueve años para resolver el crimen. Fue gracias a una diligencia policial hecha en Ibiza en el 2009. Una joven había denunciado a su novio por intentar asfixiarla. Pero este resultó ser el mismo que años atrás había sido interrogado por los agentes de la Guardia Civil que llevaban el tema de la muerte de Montse. En la denuncia, también constaba que la había amenazado advirtiéndole de que iba a matarla, «igual que maté a otra». Eso dio pie a los investigadores para ahondar en el caso hasta que el sospechoso acabó confesando.

En la resolución de casos, los últimos avances científicos, como el uso del ADN, tienen gran importancia. Otras fuentes acreditadas sugieren que la burocracia ralentiza la investigación en momentos cruciales como son las primeras horas después del crimen o la desaparición. «Muchos pueden pensar que aquí hay la misma rapidez que en CSI , pero hay actuaciones que tardan. Por ejemplo, en una desaparición es muy importante la lista de las llamadas de las últimas horas. A veces para obtener el permiso transcurren dos o tres días», explican.