La deuda ahoga a Portugal y lo deja al borde de la intervención económica

Carlos Punzón
Carlos Punzón LISBOA/LA VOZ.

GALICIA

El FMI está a punto de desembarcar, Sócrates amenaza con dimitir y el país afronta fuertes recortes sociales

17 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Mantequilla, conservas, postres, gimnasios, extintores y hasta los revolucionarios claveles dejarán de tener en Portugal tratamiento fiscal de bien protegido para soportar un 17% más en impuestos. El Gobierno está echando mano de todo para tapar los agujeros de las arcas lusas, constreñidas por un fuerte déficit, el interés de su deuda disparado y un pesadísimo aparato público que no ha cambiado ni con una década de crisis.

El mal estado de la economía llena cada día horas de programas de radio y televisión y domina las conversaciones de una sociedad visiblemente preocupada. El Gobierno ya ha puesto en marcha este año tres planes de emergencia para reducir el gasto público en 11.215 millones de euros y aumentar los ingresos. Los presupuestos del 2011 aún van más allá, y plasman importantes recortes sociales que hacen que la crisis económica se vea acompañada por el descontento de la ciudadanía, la convulsión política y hasta los enfrentamientos territoriales, con el norte exigiendo un mejor trato y las islas más autonomía.

«Es una crisis estructural, coyuntural y territorial», apunta el catedrático de Economía de la Universidad de Oporto, Antonio Figueiredo, para quien «el Gobierno de José Sócrates quiso hacer muchos cambios y obras en poco tiempo, pero no fue capaz», mientras la producción propia sigue cayendo, la inversión se congela y el paro empieza a arrasar la economía familiar.

Menos gasto y más impuestos

Ese caldo de cultivo de crisis coincidentes no deja de hacer crecer la desconfianza de los mercados internacionales sobre la capacidad lusa para salir de su agujero, y por ello el Ejecutivo ve cómo el tipo de interés que le exigen para renegociar la deuda crece y ahoga a Portugal. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea temen que se reproduzca en el país vecino la situación de Grecia, y para evitarlo el Gobierno socialista ha diseñado unos presupuestos donde no hay lugar ni para planteamientos ideológicos, solo recortar el gasto público en 3.420 millones de euros y aumentar vía impuestos los ingresos del Estado en 1.700.

El ministro de Asuntos Exteriores, Luis Amado, no dudó en proclamar en Bruselas que «Portugal vive el momento más difícil de su historia desde el 25 de abril» (la Revolución de 1974), mientras su compañero de Gabinete y responsable de Finanzas, Fernando Teixeira dos Santos, reconoce que no quedará otro camino que la intervención económica a manos del FMI si el interés que los mercados ponen a la deuda portuguesa llega al 7%. Este mes alcanzó el 6,64 y, aunque con leves rebajas, por ahí sigue, mientras los bancos exteriores no tienen garantías de que Sócrates saque adelante sus restrictivos presupuestos. El año que viene Portugal tendrá que destinar a pagar la amortización de su deuda lo mismo que a educación, 28.000 millones de euros. La cuenta en números rojos de Irlanda roza los 10.000.

El primer ministro ha advertido que si no cuenta con la abstención de la primera fuerza de la oposición, el Partido Social Demócrata, y se impide la aprobación de los presupuestos, él se irá para casa, porque solo con las cuentas tuteladas por Bruselas se puede tratar de llevar el déficit público del 8,3% del 2009 al 2,8% prometido para el 2013.

Presión sobre la oposición

Por eso, los banqueros lusos, la Comisión Europea, el presidente de la República, sus antecesores y los directivos de las empresas más notables del país piden al líder de la oposición, Pedro Passos Coelho, que permita la aprobación de los presupuestos, porque de lo contrario Portugal se verá abocado al caos, la palabra más repetida como advertencia estos días en Lisboa, e incluso a ser expulsada del euro, como alertó en televisión el mítico Mario Soares. Las consultoras internacionales advierten de que se necesita un plan de rescate, pero también de que la economía lusa entrará en el 2011 en recesión y con más paro por la falta de inversiones. Una pescadilla que se muerde la cola y ahoga a Portugal.