Los dueños de un chalé en Poio, al que solo iban en verano, descubrieron gracias a una red social que el hijo de la guardesa organizó un sarao para 350 personas
16 oct 2010 . Actualizado a las 03:51 h.La casa es de ensueño y la fiesta no lo iba a ser menos. Pero no pudo ser. Cuando ya iban 250 entradas vendidas y el organizador se frotaba las manos aparecieron los dueños del chalé, que llamaron a la policía y a la Guardia Civil para que los asistentes se fueran con la fiesta a otra parte. Si la casa era suya y no estaban invitados, ni siquiera informados, ¿quién dispuso de ella para montar semejante celebración? Todas las miradas se dirigen al hijo de la guardesa, que, a sabiendas de que los propietarios no se dejan caer por ahí en invierno, se hizo con las llaves y organizó la gran juerga.
Ocurrió este lunes, en la playa de Covelo, en un pazo que toca el mar y con un jardín para aterrizar aviones. El lugar, inmejorable. Todo se destapó de casualidad. Un familiar de los propietarios, que residen todo el año en A Coruña menos los meses de sol, que los disfrutan en Covelo, se sentó frente al ordenador y se coló en la red social de Twitter para contactar o saber algo de gente de la zona en la que pasa los veranos. Navegando, una noticia le saltó a los ojos como una bomba. Alguien invitaba a todo el que quisiera a una «impresionante» fiesta en ¡su casa! Y nada de entrada gratuita. Ahí, el que quisiera pasar una noche de desenfreno en un lugar privilegiado tenía que pagar tres euros. Era lunes por la mañana y la jarana estaba prevista para esa misma noche, víspera del día del Pilar. En la página web ya había al mediodía más de 250 personas anotadas.
Viaje fugaz
Apenas quedaba tiempo para apuntarse, mucho menos para suspenderla. Pero había que intentarlo. Así que los propietarios se pusieron al volante y viajaron desde A Coruña a Covelo. Cuando llegaron a la puerta del pazo se encontraron al hijo de la guardesa cobrando entrada. También podría cobrar entrada por ver su cara en el momento en que el joven vio aparecer a los jefes de su madre.
Los dueños llamaron a la Policía Local y a la Guardia Civil, que se personaron en la zona, y, una vez que les explicaron la situación, dieron por finalizada la fiesta.
Calculan que en aquella bonita noche frente a la idílica playa de Covelo se iban a juntar más de 350 personas. A tres euros cada una, la caja rondaría los mil euros.
En estos momentos, según fuentes policiales, la familia estudia presentar una denuncia. Tampoco es descartable que terminen perdonando al joven, pues su madre lleva muchos años con ellos y jamás han tenido un problema. Al fin y al cabo, la casa quedó intacta y la fiesta no llegó a celebrarse. Entienden que se trata de una travesura que jamás se volverá a repetir, prometió el joven.