Todo lo que se mueve pasa por la iglesia

GALICIA

Olga Espín y Jessica Fernández atienden avatares y desventuras en O Cebreiro

27 may 2010 . Actualizado a las 10:22 h.

Aquel «Eppur si muove» («y sin embargo se mueve») de Galileo Galilei trajo mucha cola. Su frase (aunque no faltan los que aseguran que nunca tal cosa dijo) pasó a la historia. No sucederá lo mismo, aunque más o menos viene a ser una adaptación, con el dicho de que, en O Cebreiro, todo lo (mucho) que se mueve pasa por la iglesia. No se trata de desmerecer a los demás puntos monumentales de este pueblo (que los hay, arquitectónicos y personales), pero lo que está claro es que el templo de Santa María la Real tiene tela. Multicolor, como la indumentaria de los peregrinos más internacionales.

Olga Espín y Jessica Fernández son las dos chicas que aguantan todo ese trajín. La primera de ellas lo hace desde el año 1995, aunque sus colaboraciones con el templo y todo lo que pasa por O Cebreiro habían sido ya anteriores. Se las encuentra fácilmente: entrando en el santuario, a mano derecha. Allí pasan las horas, por turnos, de nueve de la mañana a nueve de la noche. Y sí, también con el tremendo frío que las paredes de piedra proporcionan en invierno y, por descontado, en primavera-verano. Ayer mismo, como se dice, «non se paraba». A O Cebreiro llegó de nuevo la lluvia.

Si la polivalencia estuviera premiada, ellas se llevarían la palma. Hacen de historiadoras, de guías improvisadas, asesoran bodas, tienen preparado el mechero para encender las velas y, sobre todo, sellan credenciales. Son el galardón para el peregrino, que a golpe de cuño y mancha de tinta, ve cumplido el sueño de completar una nueva etapa. Por si fuera poco uno, ellas ponen tres: «¡Buah, qué grande y bonito!», dicen todos al ver uno de los sellos de O Cebreiro. Y si solo se les pone uno, vuelven a por el que ocupa más al vérselo a sus compañeros. Nota clave para el peregrino sería decirle que cubre cuatro casillas de su credencial.

Consejeras del Camino

«Estamos aquí para atendelos en todo o que precisen», asegura Olga. Eso incluye información sobre las etapas del Camino en Galicia (ella lo hizo ya varias veces), sobre la iglesia (del siglo IX) y sobre lo que la gente demande. Son, prácticamente, la primera parada de todos los caminantes y, por tanto, la primera oportunidad, también, de explicar sus aventuras y desventuras. Entre estas últimas se incluyen las quejas cuando no hay sitio en el albergue. «A todos os que a min me comentan que non teñan sitio, intento buscarlles un teito baixo no que durmir a cuberto nalgún lugar próximo», admite Espín. Las opciones para el peregrino, servidas en bandeja, cómodamente y sin pedir nada: «Aquí hai cabida para todos e atendémolos o mellor que podemos. A peor época do ano é agosto e setembro. Hai moitísima xente, cambia tamén moito o tipo de peregrino e non se pode falar con todos pola cantidade deles que pasan». Contentos quedan ellos y ellas, también. «As boas cousas de todo isto fan que esquezas as malas que poida haber. Coñecemos xente de todo o mundo e tamén aprendemos moito», dicen.

Peregrinos que las buscan

La oficina de la iglesia de Santa María de la Real es, vista desde fuera -aunque ellas afirman hacer solo su trabajo-, una especie de Muro de las Lamentaciones. Se cumple lo primero y también lo segundo. Para tal cosa, ellas actúan a modo de tranquilizante. Conocen los problemas más típicos y ejercen, para el que lo ve, de espontáneas psicólogas. Quizás les ayude a tener paciencia el tremendo arco con estampas llegadas de decenas de países que tienen sobre sus cabezas. Por lo tanto, son también decoradoras de interiores. Todas esas imágenes se las entregan los miles de peregrinos que pasan por O Cebreiro y que las donan de ese modo al templo, aunque para ellas también hay presentes. «A min téñenme dado estampas, medallas, colgantes, fotos deles cando rematan o Camiño, libros...», explica Espín. Los que repiten la experiencia y vuelven a pasar por aquí preguntan por ellas, tal y como hizo hace tan solo unos días el belga Bruno Lernout.

Son muchos nombres, muchos avatares y muchas desventuras las que pasan por sus manos. Conocen la cara de la gente que repite, más que la de los «famosos», que también han pasado por aquí, pero que en medio de todos los caminantes, en número, son prácticamente insignificantes: entre otros, Sole Giménez (de Presuntos Implicados), David Bisbal, David de las Heras, Carlos Herrera, Nina, Cómplices, Lucía Bosé o Miriam Díaz Aroca. «E ponlle etcétera», añade Olga. En este año jacobeo crecen los peregrinos y, sobre todo en el fin de semana, la iglesia se llena de gente que hace el Camino por etapas. «Cada fin de semana, poden saír de aquí, do Cebreiro, unhas 300 persoas», asegura. Tiene importancia la cifra, porque a todos ellos los despiden con una gran sonrisa y un «Buen camino».