Para Pedro Gerpe, de Apetega, las ventajas de las pizarras digitales interactivas son muchas. «Imprimen más dinamismo a las clases, despiertan el interés y la participación del alumnado y permiten actualizar contenidos», afirma. Tienen un inconveniente: cuestan entre 1.500 y 3.000 euros, dependiendo del modelo. Así que, al margen de la que ha enviado la Xunta a su instituto, en Santa Comba, el presupuesto impide comprar más encerados compuestos por una pantalla, un ordenador multimedia y un cañón proyector. Como el hambre (de tecnología) aguza el ingenio, en el centro en que da clase Gerpe han fabricado una pizarra digital casera. «Hay que mejorarla, pero funciona bastante bien», dice. El experimento, basado en una idea del ingeniero Johnny Chung, al que acaba de contratar Microsoft, consiste en tener las posibilidades didácticas de la pizarra interactiva pero usando un mando de la Wii, la consola con capacidad para recibir información a través de infrarrojos y transmitirla por Bluetooth. Todo por menos de 70 euros. «En Galicia somos bastante innovadores y trabajadores a pesar de los escasos medios que tenemos, o quizá debido a eso», señala.
Hay más ejemplos de pizarras digitales de bajo coste en otros centros, que incluso la incorporaron antes. Es el caso del colegio público integrado de Palmeira y del Virxe do Portal de Sobrado. En este último, el profesor José Manuel López Castro usa su ratón giroscópico desde hace dos años.