Condenan a Silva Sande a 135 años por el doble crimen del furgón de Vigo

GALICIA

La Audiencia Nacional impuso una pena total de 684 años a los cinco grapos implicados en el asalto al blindado

25 feb 2010 . Actualizado a las 02:04 h.

La Audiencia Nacional condenó ayer a 135 años de cárcel al grapo gallego Fernando Silva Sande por el asalto a un furgón blindado de Prosegur en Vigo. El comando voló el vehículo con bombas lapa y luego acribilló a dos vigilantes jurados el 8 de mayo del 2000. La estrategia de incriminar solo a Sande resultó infructuosa porque cinco de los seis acusados fueron condenados a un total de 684 años de cárcel. La mayor pena, de 144 años, recayó en Esther González, una de las dos mujeres que integraban el comando . Fueron absueltos Manuel Pérez, en su caso de todos los delitos, y José Luis Elipe, quien estaba acusado de falsificación de documentos.

La operación del comando se inició en enero. Fernando Silva Sande dirigía el grupo integrado por Marcos Martín Ponce, Mónica Refojos, Israel Torralba y Esther González. En enero, Israel alquiló un piso franco y adquirió un Opel Kadett con un carné falso. El 15 de febrero se hizo pasar por estudiante para alquilar una plaza de garaje.

El comando comenzó los seguimientos a un furgón de Prosegur que trasladaba fondos al Banco de España en Pontevedra y comprobaron que no usaba inhibidores. Intentaron cuatro asaltos, que fueron fallidos.

El 8 de mayo colocaron en el trayecto del furgón, por la carretera provincial, tres cargas explosivas en varios tramos. La primera era un artefacto casero de iniciación eléctrica por cable-mando y fue colocada en el centro del carril. Su explosivo era de alta potencia, posiblemente pentrita. La segunda carga, de baja intensidad, fue colocada 40 metros más adelante, debajo de un coche aparcado. Tenía aluminio atomizado y óxido de hierro, y se detonaba por radiofrecuencia. La antena la adosaron a la puerta de un garaje. La tercera carga, del tipo termita, la tenían reservada para cubrir la retaguardia. Estaba sobre otro coche estacionado en el número 46 y contenía un kilo de hierro, aluminio y pentrita.

Torralba hacía de vigía y dio señales con una linterna verde cuando pasó el furgón. Usó la segunda carga para detener otro transporte. Los asaltantes fueron Silva Sande, como jefe y artillero, y Mónica Refojos, su apoyo. El artificiero, Marcos Martín Ponce, y Esther González debían vaciar el furgón cuando parase. Para protegerse del ruido usaron tapones en los oídos.

Sande activó la primera carga a la altura del número 15 y la explosión destrozó el radiador y el motor del furgón, que quedó sin control. Recorrió 70 metros por la calzada, perseguido a la carrera por Mónica Refojos, armada con una pistola checa CZ Brno, y por Sande, con una escopeta repetidora, seguidos de Ponce y Esther, quienes debían reventar con una uña de cabra y otra bomba lapa la puerta trasera.

Dos vigilantes, Jesús Sobral Otero, de 32 años, y Gonzalo Torres Lage, de 61, salieron del furgón conmocionados y aturdidos. Antes de reaccionar, Silva y Mónica los acribillaron. El tercer vigilante, Manuel Espada, se atrincheró en un refugio y rozó de un disparo a Silva en la ropa. Marcos, que aún usaba los tapones, no oyó que seguía un guarda vivo, y Espada lo hirió cuando se asomó. Silva ordenó retirada tras darle al vigilante y Torralba lanzó otra carga, que no explotó. En la huida, Mónica dejó una saca de dinero, su único botín. Huyeron en el Opel con Ponce desangrado.

Entre las pruebas contra ellos figuraban la sangre de Ponce en el coche, la huella de Refojos en la saca y la carta de Silva que relataba los dos asesinatos.