Fernández advierte de que con el coste de la retirada y cremación de los animales muertos se podría estar alimentando correctamente a los perros, que siguen comiendo restos, debido a la falta de fondos. Los ecologistas consideran que alguien en la perrera está sacrificando a los perros para reducir la carga de trabajo. En cualquier caso, creen que hay que investigar mejor los hechos.