«No cambio esta cercanía al paciente por el número de la cama en un hospital»

GALICIA

18 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Aquilino Vázquez (Ourense, 1955) lleva 15 años trabajando en Cartelle, adonde llegó tras un tiempo de ejercicio profesional en Viana do Bolo. Y no prevé mudar de destino. «No cambio esta cercanía al paciente -dice- por el número de la cama de un hospital o por un gran centro sanitario». Él vive en Ourense con su mujer (médica en Xinzo) y sus dos hijos: Nuria (16 años) y Nacho (11).

Ama tanto su oficio que pretende inculcarle esta tozuda vocación al pequeño; Nuria ya se ha decidido por el inglés. «Si te gusta esta profesión es muy gratificante, tanto que compensa las situaciones de impotencia, que las hay». En este punto plantea una demanda con preocupación: la Administración debe tener claro que «si se pierde la autoridad se pierde la capacidad de curar», y el respeto se gana, argumenta, «con respaldo del gestor sanitario, es decir, con más recursos pero también con calidez en el trato». Aquilino no anhela el estatus de pueblo de médico-cacique de otro tiempo, «el hechicero», sino de un profesional «con autonomía suficiente para gestionar su consulta». Y esgrime una idea clave: la capacidad para elegir a qué especialista envía a sus pacientes.

En la misma línea, menciona el incentivo por productividad: «Debe retribuirse a quien tiene interés, por el bien de la motivación». Hace años, recuerda, las cartillas agrarias jugaban ese papel, «con las 500 pesetas que ingresabas al mes por cada una; hoy el cupo apenas se nota en el conjunto del sueldo». Dada la coyuntura actual, matiza, se siente bien pagado, aunque recuerda que el nivel retributivo sigue siendo más alto en Portugal, sobre todo las guardias, «y eso es consideración social».

No le importan los desplazamientos -automóvil y combustible corren de su cuenta, un gasto que es una vieja reivindicación del gremio- ni la carencia de medios que padecen los pueblos pequeños. José Antonio Lamelas, vocal de médicos rurales del colegio ourensano, confirma que el déficit pervive, y no son pocos los que visitan varios consultorios, y que estos, a veces, carecen de informatización, de medios y hasta de teléfono. «El médico se ve obligado a trasladar el material en su coche de un lado a otro, y a asumir -anota- aspectos que debe garantizar el Sergas». Es verdad, matiza Lamelas, que cada vez son menos los médicos en Galicia que cubren dos despachos.

Un caso «afortunado»

El caso de Cartelle, aclara Aquilino, es «afortunado» porque la alcaldesa, Carmen Leyte, es médica -en excedencia por su escaño en el Senado- «y siempre se ha preocupado desde el Concello de que los medios sean dignos». Pero es que además el equipo humano con el que trabaja es una piña. «Hay muy buen ambiente y eso vale muchísimo», dice sonriente mientras se rodea de sus compañeros para la foto de familia.

Él está integrado no solo profesionalmente, sino también en la vecindad. Tanto que halla, en medio de su ajetreo, diez minutos al mediodía para jugar unos cafés al chinchimonis con unos amigos en el bar Caballero.