Juzgan a un guarda jurado porque el perro que llevaba a hacer unas curas atacó a la veterinaria

GALICIA

El animal, de presa y entrenado para vigilar, mordió en la cara a la mujer y le dejó cicatrices de por vida

09 oct 2009 . Actualizado a las 02:07 h.

La mujer presentaba ayer a las puertas del juzgado las marcas que le dejó en el rostro la dentellada de un pastor belga en abril del 2007, cuando trabajaba en una clínica como veterinaria. Y jamás le desaparecerán las cicatrices, pues así se lo han transmitido los médicos que ha visitado. Por eso cree que está en su derecho de exigir una importante indemnización -se fijará en función del baremo judicial-, al entender que el mordisco se pudo haber evitado «si la persona que llevaba al animal le hubiese puesto el bozal, tal y como lo ordena la ley». Su abogado, José Luis Aranguren, solicita que sea la empresa de seguridad Prosegur la responsable civil subsidiaria. Así se lo hizo ver al juez en el juicio de faltas celebrado en los juzgados coruñeses.

Aquella tarde del 12 de abril del 2007, esta veterinaria -perdió su trabajo en cuanto regresó a su puesto tras la baja médica-de la clínica veterinaria coruñesa Abeiro, en la calle Marqués de Amboage, vio cómo entraba en el estableciendo un gran pastor belga adiestrado para la vigilancia acompañado de un guarda jurado. La mujer, según relató, se acercó al can para hacerle un cariño y el animal se abalanzó sobre ella en un ataque fugaz. Fue directo a su rostro.

La intervención del amo y de las personas que allí había evitaron que el ataque fuese a más.

El perro, que desarrollaba su labor de vigilancia por la noche en el aparcamiento de un centro comercial, presentaba una herida en una pata y el vigilante lo llevó a la clínica para que le hicieran las curas. Según recordó ayer el guarda jurado, tenía al perro totalmente sujeto, acostado en el suelo y con la cabeza tendida, «totalmente controlado», responsabilizando a la veterinaria del ataque.

Al juicio también acudió un cliente que se encontraba aquella tarde en la clínica veterinaria, para testificar en favor de la víctima, pues pudo ver que «el can no llevaba bozal y nada más acercarse la mujer, el perro se le echó encima». Al recibir la mordedura, la afectada no pudo hacer más que gritar. Decía, según recordaron ayer en la vista, que no quería verse la cara en un espejo.