El coruñés ganador de «Pasapalabra» llegó a ofrecer un interés del 120% al mes

GALICIA

21 may 2009 . Actualizado a las 13:16 h.

No son 90, ya son 100 las personas que denunciaron a Miguel Rodríguez, el coruñés que en el 2007 ganó 240.000 euros en el concurso Pasapalabra y ahora está acusado de estafar un millón de euros. A los que ahora hay que sumar alrededor de 60.000 euros, el dinero aportado por los últimos inversionistas que ayer, tras leer la noticia en La Voz, se animaron a dar el paso y presentarse en comisaría para intentar recuperar un dinero que, según confiesan, ya daban por perdido. A ellos no les prometió, según afirman, intereses mensuales del 10% como a la mayoría, sino del 120%. «Nos decía que por cada mil euros, nos entregaría 1.200 a primeros de cada mes», asegura una de las supuestas afectadas.

Horas antes de que ese grupo de amigos acudiesen a poner la denuncia, Miguel Rodríguez comparecía en los juzgados para explicarle al juez el destino de los 4.000 euros que un inversor le puso en sus manos y nunca recuperó. El imputado alegó que no pudo devolver el dinero porque cuando intentó hablar con el denunciante le dio «una soberana paliza». De hecho, hace unos meses se celebró un juicio de faltas por aquellos hechos y el agresor fue condenado.

No fue la única vez que Miguel Rodríguez sufrió la ira de alguno de sus inversores. También fue golpeado en otra ocasión, asunto que llegó a denunciar. Además, sufrió amenazas de muerte.

Miguel Rodríguez, asistido por el abogado Santiago Fernández, aseguró ante el juez que ayer le tomó declaración que todas las personas que le habían confiado sus ahorros conocían el riesgo de las operaciones bursátiles en las que invertía. Recordó que los denunciantes ganaron mucho dinero con él y que cumplía religiosamente con el pago pactado, que en la mayoría de los casos alcanzaba el 10% mensual.

Hasta que la crisis económica hizo tambalear las bolsas y aquellos beneficios se volvieron pérdidas. Entonces, según algunos inversores, comenzó a echar mano de la caja general para afrontar los pagos mensuales. Hasta que el saldo adelgazó tanto que Miguel falló con sus compromisos. Fue cuando le llovieron las denuncias.

El imputado sostiene que nunca mintió a los inversores. Desde el primer día les informó del funcionamiento de sus operaciones en el mercado de futuros. Todos sabían, según declaró, que los beneficios en este campo pueden ser altísimos, como peligrosos. Hay un riesgo en este tipo de mercados y sus clientes «así lo entendían». Si Miguel confiaba en que el petróleo, por ejemplo, iba a subir en tres meses y luego la OPEP decidía bajarlo, lo invertido se iba por el desagüe. Cien personas lo pudieron comprobar.