«Esto es increíble en el siglo XXI»

GALICIA

Una vecina de Triacastela lamenta que a la mínima inclemencia meteorológica se queden sin servicios básicos durante varios días

08 feb 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Rocío Chaquet regresó de Suiza a Galicia hace 6 años y reside en una moderna casa en Santalla, en la localidad lucense de Triacastela. El invierno se ha convertido para ella en un infierno por los continuos cortes de luz, el aislamiento por nieve y la falta de cobertura de móviles: «En Suiza, con metro y medio de nieve nunca se fue la luz, y aquí con un poco de viento nos quedamos totalmente tirados».

Las respuestas evasivas de las distintas Administraciones y empresas suministradoras son lo que más le duele a Rocío Chaquet. «Lo que me molesta es que reclames al Concello por tenerlo más cerca y te remitan a la Diputación y ellos a Fenosa. Esto es increíble en el siglo XXI». Por no hablar de la contestación que siempre le dan cuando reclama a Fenosa. «Es muy curioso que siempre que llamo la persona que me responde sitúe la avería en el mismo punto. Si es así no tendrá que ser tan difícil ponerle solución», dice.

Los padres de Rocío Chaquet tienen un piso en Sarria, pero ella se niega a dejar su casa de Santalla: «Solo lo hice en los peores días de diciembre y me niego a abandonar el sitio en el que me gusta vivir».

La señal de televisión es muy mala y en ocasiones pasan muchos días en los que la única cadena que pueden ver es TVG. «En este caso la cobertura de señal va por zonas. En la mayoría de los sitios no llega Cuatro, en otros ninguna de las privadas y en los de peor cobertura solo las públicas o TVG», explica.

Cuando se le pide que recuerde alguna situación entre curiosa y dramática, pone varios ejemplos de inmediato. «Estudiar con velas es muy habitual y que tuve que hacer en numerosas ocasiones en plena época de exámenes. Una vez estuvo averiada la farola del alumbrado público durante más de seis meses y la vinieron a arreglar cuando les dio la gana», comenta.

En las pocas ocasiones en las que Rocío Chaquet asegura que se acordaron del lugar para llevar a cabo alguna actuación, dice que fue peor el remedio que la enfermedad. «Vinieron a limpiar las cunetas y después de desbrozar dejaron todo tirado. Les dije que podía ser peligroso y no me hicieron caso. Al poco tiempo llovió con mucha intensidad y se inundó medio pueblo. En mi casa se cayó un muro y cuando dimos parte al seguro no se hicieron cargo porque no había sido culpa de las lluvias, sino por no tener la zona en condiciones».

Internet, ciencia ficción

Hablar de ADSL o banda ancha es ciencia ficción, pero para Rocío Chaquet es un servicio necesario por sus estudios. «Lo máximo que llegaron a ofrecerme las compañías fue una conexión de 128 kb. Solo alcanza para enviar algún correo de escaso peso y por lo tanto es prácticamente inservible», cuenta mirando de reojo a su moderno ordenador portátil que, en su casa de Santalla, es poco más que un objeto decorativo.

La joven recuerda el nivel de servicios que disfrutaba en Suiza y lo compara con lo que se encontró al volver a Galicia. «Me parecía increíble que la gente se sorprendiera cuando nos colocaron contenedores en el pueblo y lo consideraran un gran adelanto. Parecía que todo lo que hacían las Administraciones había que agradecérselo, cuando yo creo que todos tenemos que disfrutar de los mismos servicios vivamos en Madrid, Sarria o Triacastela. Si tenemos las mismas obligaciones tendríamos que tener también los mismos derechos», apostilla Rocío Chaquet.

Denuncia e insultos

Esta mujer no es de las que se callan y ya denunció la situación hace unas semanas enviando un escrito a Cartas al Director de La Voz de Galicia. «Fue un día que me levanté muy cabreada y decidí denunciar la situación. Me han insultado por hacerlo, cuando no la mandé con intención de hacer daño a nadie». Esos insultos no fueron los únicos que soportó. «El trato que me dispensaron en Fenosa fue despectivo. Sea como sea yo estoy muy feliz y contenta en mi casa de Triacastela y no voy trasladarme ni a Sarria ni a ningún otro lado», concluye.