El Mestre Landín cerró ayer tras aparecer siete de sus ventanas rotas a pedradas
20 ene 2009 . Actualizado a las 02:55 h.Lanzar piedras a los ventanales del Instituto Mestre Landín, en la localidad pontevedresa de Marín, se ha convertido en el deporte favorito de los vándalos. La comunidad escolar aguantó estoicamente durante mucho tiempo los destrozos en alguna que otra ventana y en las farolas. Pero la paciencia se les agotó con el balance de los adoquinazos de este fin de semana: siete ventanas rotas y los pasillos llenos de cristales.
Ante la magnitud de los destrozos, la dirección del centro, con el visto bueno de Educación, suspendió ayer las clases para retomarlas hoy con los cristales repuestos. Un total de 145 estudiantes no acudieron a las aulas, en una jornada que muchos vivieron entre la sorpresa, la incredulidad y la fiesta.
El instituto está encajonado entre la ladera de un monte y el edificio de la piscina. En la cubierta de esta última se construyó en su día un pequeño parque en el barrio de San Pedro. Lo que en principio pareció una buena idea se ha convertido en la cantera que suministra los proyectiles contra el instituto. Varias personas, si se tiene en cuenta la cantidad de destrozos, se apostaron en el techo de la piscina, arrancaron los adoquines del suelo del parque y se dedicaron a lanzarlos contra los ventanales dobles del Mestre Landín.
Siete ventanales rotos
El resultado era ayer más que evidente. Cuatro ventanas hechas añicos en el primer piso, donde todavía los adoquines demostraban la violencia de los vándalos; otras dos en el bajo y una más en la escalera. La relación de destrozos se completó con una farola y una persiana, esta última «perforada por la piedra que lanzaron contra ella», según apuntó el director.
«Nos tiene pasado que rompiesen alguna farola o algún cristal, pero un daño de esta magnitud no lo vimos antes», destacó. «Esta vez han sido siete ventanales dobles enteros», añadió. La decisión de enviar a los estudiantes a casa la tomó porque en la zona del instituto que se salvó de las pedradas «no se puede tener a los alumnos toda la mañana».
La Policía Científica inspeccionó ayer el lugar para buscar alguna pista sobre los autores de la fechoría y se mantiene abierta una investigación sobre el caso. Una solución definitiva es difícil de encontrar. Los vándalos pueden volver en cualquier momento. «Puede que pongamos persianas en todos los ventanales. Nos han dicho que atraen menos», concluyó el director.