Rianxo se queda sin uno de sus referentes y un récord difícil de igualar. Ayer fue enterrada en su parroquia natal, Taragoña, la abuela de Galicia, Pilar Fernández Sobradelo, de 110 años de edad, una mujer muy conocida y popular entre sus vecinos a la que todos querían y adoraban.
Todos los 22 de febrero ya era habitual que una expedición oficial del Concello rianxeiro se desplazase hasta el lugar de Ourolo, para departir con ella y su familia unos minutos el día de su cumpleaños. Un ramo de flores y una placa eran regalos que las autoridades locales ya tenían reservados cuando se acercaba tan recordada fecha.
La supercentenaria rianxeira fue una persona muy ágil y activa. Vivía con su hija Angustias Lens, de 89 años, y una nieta.
Hasta hace tan solo cuatro años, llevaba una vida normal. Desayunaba sola y salía a diario a pasear por los alrededores de su casa. Pero al final los años no perdonan, y un achaque la postró en cama en el invierno del 2004, y ya no quiso levantarse más. Eso sí, tenía una prodigiosa memoria y le gustaba recibir visitas. Los vecinos acudían hasta sus aposentos para charlar con ella.
A pesar de los duros golpes que sufrió a lo largo de su longeva vida, era una persona muy alegre. Incluso tocaba la pandereta y hacía coplas a la gente.
Con una salud de hierro, sus visitas a los médicos eran más bien escasas. Su historial clínico, muy corto, a excepción e pequeños contratiempos y una operación de cataratas.
En su alimentación el cerdo era una de sus principales preferencias, aunque también estuvo muy presente el pan a remojo con vino tinto. Sus restos mortales fueron enterrados ayer en el panteón familiar. Numerosos vecinos acudieron a darle el último adiós.