Veintitrés años de prisión para el hombre de Sierra Leona acusado de abusar sexualmente de sus dos hijas

Efe

GALICIA

Como consecuencia de los abusos, las menores sufren secuelas psicológicas tales como hipocondria y depresión suicida, sentimientos de culpabilidad, apatía y desajuste psicológico.

16 may 2008 . Actualizado a las 21:49 h.

El ciudadano de Sierra Leona Unisa Mansaray, acusado de violar y abusar sexualmente de sus dos hijas menores en más de treinta ocasiones en 2002, ha sido condenado a 23 años de prisión, anunció hoy la Audiencia provincial de Pontevedra.

La Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra condenó a Mansaray a 7 años de prisión por un delito de agresión sexual, otros 14 años y seis meses por un delito continuado de violación y un año y nueve meses de cárcel más por maltrato habitual.

El hombre deberá, además, indemnizar a sus hijas por los daños psicológicos que han sufrido cuando eran menores de edad, con 25.000 y 30.000 euros respectivamente.

Los delitos fueron cometidos cuando las hijas tenían 14 y 13 años, poco después de llegar a España, en abril de 2002, después de que el acusado las trajera de su país de origen, Sierra Leona, según la sentencia.

Destaca que la declaración de las menores es «clara» y «creíble» y apunta que la hija mayor del acusado narró cómo una noche de septiembre su padre intentó abusar sexualmente de su hermana, aunque, al no conseguirlo porque ésta se negó, se metió en su cama y la forzó.

Los jueces consideran que además el padre las obligaba a ver películas pornográficas y a ver cómo se masturbaba y les indicaba a sus hijas que era una actitud «normal» que las hijas tuvieran relaciones sexuales con sus padres.

El texto emitido por la Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra matiza que en este caso concurren ciertas circunstancias que hacen más vulnerables a las víctimas como el hecho de que vivían solas con su padre, que eran menores de edad, que los abusos se cometieron en el domicilio familiar, que estaban lejos de su país de origen y de otros familiares y que apenas hablaban español.

«Todos estos condicionantes eran conocidos por el acusado que, sin duda, quiso aprovecharse de ellos», apunta la sentencia que da por probado que ante la negativa de la hija menor a los abusos del padre, la sometió a un trato violento y despreciativo más habitual que a la otra hermana, así como que llegó a amenazar a ambas con pedir que alguien matara a su madre en Sierra Leona.

Según los peritos psicólogos y psiquiatras que participaron en el juicio, ambas sufren las consecuencias de los malos tratos físicos y psíquicos y de los abusos sexuales, hasta el punto de que «incluso presentan tendencias suicidas».

El informe indica que una de ellas «intentó tirarse desde la ventana de un tercer piso mientras la otra chica quiso clavarse unas tijeras en la garganta».

Como consecuencia de lo que han vivido, las menores sufren secuelas psicológicas tales como hipocondria y depresión suicida, sentimientos de culpabilidad, apatía y desajuste psicológico, según los expertos.

El acusado obligaba además a sus hijas, cuando todavía eran menores, a levantarse a las 06:00 horas para ocuparse de las tareas de limpieza de la vivienda y de cocina, antes de acudir al colegio, y las encerraba en casa y les impedía salir con sus amigos.

En su comparecencia ante el tribunal, el acusado señaló que todas esas acusaciones eran «una invención de las niñas», actualmente mayores de edad.