Mientras en Galicia no se ha explorado apenas todavía el uso del transporte público como atractivo para captar usuarios por parte de los tres aeropuertos, el de Oporto lleva años empeñado en superar la cifra de más de 400.000 gallegos que utilizan al año su terminal. El Sá Carneiro cuenta desde hace tres años con lo que no tienen las terminales gallegas: autobuses regulares que le aportan pasajeros desde A Coruña, Santiago, Pontevedra, Vigo e incluso desde el mismo aeropuerto de Peinador. En total, 42 son las frecuencias con las que cada semana dos empresas españolas viajan desde Galicia hasta las puertas del segundo aeródromo de Portugal, que cuenta con un carril reservado en exclusiva para dichos autobuses al pie de la puerta de llegadas.
Casi dos mil usuarios
Unos 700 viajeros van cada mes desde Vigo en dicho transporte a la terminal aérea del norte luso por 18 euros el itinerario de ida y vuelta en los autobuses de la empresa Autna. Otros 1.800 parten de la estación de autobuses viguesa a alguno de los destinos cubiertos por dicha línea en el país vecino, que llega con sus unidades hasta el Algarve. La firma cuenta con cinco frecuencias diarias a partir de las siete de la mañana y una cada día del fin de semana, por diez euros si se hace un solo trayecto a la terminal de Oporto y de 51 euros si el destino es la de Lisboa con ida y vuelta.
Alsa es la encargada de recoger desde A Coruña hasta Vigo a todos los que pretendan acercarse en transporte público al Sá Carneiro. Hasta 15 frecuencias semanales parten de la ciudad herculina desde las 9 a las 21 horas en un viaje de 3,5 horas, por un precio de 51 euros ida y vuelta, o 28 si el trayecto se realiza en un único sentido. Santiago, Pontevedra, Vigo y Peinador son sus paradas antes de entrar en el país vecino.
Enlaces escasos
Ambas compañías pasan por las estaciones de autobuses, circunstancia que sí ofrece la Santiago-Lugo, pero no la que une A Coruña y Lavacolla. Los buses urbanos coruñeses y compostelanos que llegan a sus aeropuertos hacen escala en la estación de autobuses pero no en la del tren, al contrario de lo que sucede en Vigo, extremo que incrementa los enlaces a los que vayan a terceras ciudades.