El mercado de alquiler en la zona de O Carballiño, desbordado por la demanda de este colectivo

C. Paradela

GALICIA

16 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El paso de las grandes infraestructuras por la comarca de O Carballiño propició en los últimos tres años una presencia masiva de trabajadores portugueses en la provincia ourensana de la que también se está beneficiando la restauración, con clientes fijos a la hora de las comidas, y el inmobiliario, ya que residen en la zona de alquiler al menos de lunes a viernes. Llegar al piso ideal es complicado para estos trabajadores. Quieren viviendas de tres y cuatro habitaciones para compartir y abaratar costes durante la semana, para abandonarlas los viernes a primera hora de la tarde y regresar a su lugar de origen, siempre y cuando las horas extras no se lo impidan.

Su presencia es tan significativa que el mercado del alquiler de O Carballiño se ha quedado pequeño y se han visto obligados a buscar alojamientos en las parroquias carballiñesas o en concellos próximos, casos de Maside y de O Irixo.

Con poco tiempo libre para el ocio, consecuencia de sus largas jornadas de trabajo, las horas de descanso las comparten con sus compatriotas, aunque no se dan problemas de convivencia con sus compañeros.

Una de sus grandes aficiones son los partidos de fútbol televisados. Los bares de los que son asiduos se convierten en punto de encuentro. Y si hay que cambiar de canal para atender a la clientela foránea, se hace, que los hosteleros saben valorar su buena disposición para hacer frente a los pagos, sin que haya regateos ni retrasos.

La ley del silencio

Los accidentes ocurridos en la comarca en los últimos seis meses, en Maside, O Irixo y el más grave en la localidad carballiñesa de Piteira con el derrumbe del gran viaducto del AVE causando una muerte y siete heridos, varios de ellos lusos, situó a este colectivo como indeseado objetivo de los focos. Con instrucciones expresas o sin ellas, han optado por el silencio. No quieren compartir experiencias, por temor a represalias.

La ley del silencio impera y es casi imposible saber, de su boca, lo que cobran, las horas que trabajan y las diferencias salariales con sus compañeros gallegos. Reciben, eso sí, formación: en un mes, por ejemplo, están listos para manejar explosivos. En algún caso, además, hasta ha habido tiempo para afianzar una relación afectiva entre gallega y portugués. De boda, no obstante, aún no han empezado a hablar.