Solo tres lanchas del SVA alcanzan la velocidad de las naves de los narcos

GALICIA

Las fuerzas del orden se esmeran por competir en medios con los traficantes de drogas, pero las mafias se modernizan cada día más y siempre llevan la delantera

03 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Mientras haya negocio, los narcotraficantes no dejarán de ingeniárselas para vender la mercancía en los supermercados de la droga. Así, por tierra, mar o aire, la droga llega a su destino. Se descarga en las costas portuguesas o en tierras africanas y se introduce en España en coches con doble fondo, en avionetas, en contenedores, camuflada entre la ropa, en el propio organismo de los muleros , pintada de negro o en estado líquido. Como sea.

Pero lo más cómodo para la entrada de la cocaína es siguiendo su ruta «natural», a través de las costas gallegas, que deja a los narcos la mercancía en la puerta de casa. Por eso, siempre que pueden, las planeadoras siguen surcando las rías jugando con las fuerzas del orden al gato y al ratón. En los años ochenta, las lanchas de los agentes de Aduanas nada tenían que hacer ante las potentes embarcaciones rígidas de los narcotraficantes, y antes de que las chanzas fueran a mayores, se optó por dotar al Servicio de Vigilancia Aduanera de naves que pudieran competir entre las bateas en velocidad y potencia.

Pero los contrabandistas llevan siempre la delantera, y no tardaron en sustituir las lanchas rígidas por las modernas semirrígidas, de menor peso, mayor facilidad para el transporte y que, dotadas de los motores adecuados, pueden alcanzar los 150 kilómetros hora. Y así, de nuevo ganan la partida, porque en la actualidad, Aduanas solo tiene en Galicia tres embarcaciones que puedan competir con las de los narcos, dos en la base de Marín y otra en Vilagarcía. Alcanzan los 50 nudos, aunque las más potentes de las empleadas para las descargas de cocaína pueden llegar incluso a los 66.

Es verdad que en los últimos años la Agencia Tributaria incrementó los medios para la aprehensión de los alijos en alta mar, con tres potentes buques, el Fulmar , el Petrel y el Albatros . Pero todos los fardos que se encapen de los controles entrarán en tierra si nadie lo remedia.

En los últimos años, la presión policial en las costas gallegas llevó a los narcos a probar suerte en Portugal. Y al principio les fue bien, hasta que se toparon con dos problemas: con la falta de escondrijos en un mapa más bien lineal, sin las ventajas de las rías, y con el trabajo conjunto de las policías lusa y española, que permitió que, el año pasado, se aprehendieran en el país vecino casi 600 kilos de cocaína y 12.000 de hachís con destino a España, según consta en la memoria publicada por la policía portuguesa.

Vuelven a casa

Por eso, como el hijo pródigo, parecen haber vuelto a casa. En los últimos meses, los agentes volvieron a perseguir lanchas rápidas por las rías gallegas. En algunos casos, con resultados satisfactorios para las fuerzas del orden, como ocurrió en octubre del año pasado, cuando fueron interceptadas en O Morrazo y en O Grove dos lanzaderas y se pudo recuperar del mar tres mil kilos de cocaína que los tripulantes habían tirado. Otras veces, los narcotraficantes prefieren abandonar las planeadoras una vez que la droga está a buen recaudo. En marzo se quemó una en medio de la ría de Arousa; en junio apareció otra varada en Muros; en noviembre sucedió en Baiona, y el pasado sábado, los transportistas incendiaron en una playa de A Illa la potente lancha con la que habían descargado droga.

Y si una docena se dejan ver, ¿cuántas no serán las que de noche, y a escondidas, consiguen hacer su trabajo?