Xosé Cuíña, escudo y delfín no coronado de Fraga

GALICIA

Prototipo del político populista y ambicioso, fue uno de los principales protagonistas de la política gallega en los 90.

28 dic 2007 . Actualizado a las 14:29 h.

Populista, campechano y político vocacional, Xosé Cuíña fue uno de los hombres más poderosos de Galicia en los años 90.

Escudo y delfín no coronado de Fraga, a la vera del de Vilalba ostentó durante 13 años el mando en la consellería de Obras Públicas. También fue el hombre fuerte del partido de la gaviota durante una década. Bajo su control, el PP galaíco adoptó una faz galeguista y proclamó una autonomía que nunca fue buen vista por la dirección madrileña del partido.

Nacido en 1950, tuvo una carrera política meteórica. A los 29 años fue alcalde de su pueblo, a los 37 presidió la Diputación de Pontevedra, y a los 40 era conselleiro y número dos del PP gallego. Tras encarnar toda una era de la política gallega, su buena estrella se apagó definitivamente en el 2002, cuando un escándalo relacionado con el Prestige y sus diferencias con la dirección del partido le costaron el cargo. Ya en 1999 había sido apartado de la secretaría general del PP tras cosechar unos malos resultados en las municipales.

Adalid de la política de romería, pulpo y churrasco, Cuíña siempre cultivó una imagen popular, muy cercana a la gente, en la que no faltaron espectaculares apariciones en moto, lancha o helicóptero. Fue el campeón del sector rural del PP, el estandarte de la boina frente al birrete. Y siempre barrió para casa, para Lalín. Intentó, a base de cemento e inversiones, convertir la localidad del Deza en la octava ciudad de Galicia.

Su dialéctica agresiva y su relación especial con Fraga, de la que siempre presumió, le crearon poderosos enemigos dentro y fuera de su formación.Tras su caída en desgracia, mantuvo con discreción su escaño en O Hórreo.

Pese a que siempre existieron rumores de que crearía un nuevo partido conservador de corte galeguista, ese movimiento nunca se produjo. Y tras consumarse la sucesión del vilalbés, el dezano, «o fillo do muiñeiro», el hombre que soñó con ser presidente después de don Manuel, abandonó la primera fila de la política.

Su última aparición pública de alcance fue ante la comisión de investigación sobre el deterioro de la vía del Salnés, una vía desarrollada bajo su mandato. Cuíña compareció y dio la cara. Señalado como responsable, volvió a su retiro.