Cantabria apela a la deuda histórica en infraestructuras

Manuel Blanco

GALICIA

La región estrenará aún el próximo año conexión por autovía con la Meseta; en cuanto al AVE, se le espera, pero no se sabe cuándo

08 dic 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Sin infraestructuras no hay desarrollo. El axioma está grabado a fuego en todo el Cantábrico. Desde Galicia hasta el País Vasco, todos, políticos, investigadores y empresarios, relatan hasta la saciedad el mismo discurso. Las autovías y el AVE son el vehículo del futuro, el pilar sobre el que montar el desarrollo y competir en un mercado global. Si en alguna comunidad del norte está latente este discurso, esa es Cantabria. Seguramente sea así por su aislamiento. Porque de esta autonomía se puede decir sin ambages que su red de infraestructuras es casi peor que la gallega.

Da igual por donde se empiece. Aún no tiene conexión por autovía con la Meseta, espera como agua de mayo el fin de las obras de la transcantábrica (al igual que en Galicia, claro) y su tren es escasamente competitivo, en línea con los trenes de Feve que tan bien conocen en el norte de las provincias de A Coruña y Lugo. ¿Y el AVE? Se le espera también, pero no se sabe cuándo. Cantabria aún no ha conseguido exactamente que Fomento defina por dónde pasará su tren de alta velocidad y cuándo entrará en funcionamiento.

Quizás lo más llamativo del asunto es que, por su carácter amable o por sentido de Estado, en Cantabria resulta difícil encontrar hoy declaraciones altisonantes contra el Ejecutivo central por estas carencias. No las hace el presidente, Miguel Ángel Revilla, que es del PSOE, pero tampoco su consejero de Obras Públicas, José María Mazón, que es del Partido Regionalista (socio de Gobierno de los socialistas).

Mazón reconoce que existe una deuda con Cantabria en este asunto, pero se muestra comprensivo. «Yo siempre he defendido que los agravios comparativos no tienen fin y la deuda histórica la podemos sacar todos, y a lo mejor nosotros más que nadie. Lo que sí entendemos -continúa- es que no se puede hacer todo a la vez y que hay muchas necesidades».

Probablemente, este discurso tiene mucho que ver con que Cantabria empieza a ver la luz al final del túnel en materia de infraestructuras. En enero inaugurará el tramo de la autovía de la Meseta Molledo-Reinoso, el último que discurre por territorio cántabro y que permitirá sortear la complicada orografía para salir de la comunidad, algo así como lo que ocurría en Galicia con Pedrafita antes de la autovía del Noroeste.

Conexiones en T

La transcantábrica está casi lista y las obras del tramo Unquera-Llanes, que llevaba dos años aparcado por un conflicto judicial, también arrancarán previsiblemente en unos meses, por lo que Cantabria confía en disponer de la famosa T en un plazo razonable de tiempo. Para completar este puzle de autovías, Revilla asegura tener un compromiso de Fomento para que su comunidad pueda disponer de una variante de alta capacidad (90 kilómetros) de un enorme valor estratégico, una conexión con el valle del Ebro que permitiría a Cantabria acceder a los mercados de Barcelona y el Levante español y, lo que es más importante, al gran parque logístico que se está impulsando en Zaragoza.

El gran problema de la región en el área de infraestructuras es el AVE. El Gobierno cántabro quiere una conexión directa con la Meseta a través de Palencia (Palencia-Alar-Santander), pero el asunto no está cerrado pese a que Revilla asegura tener un compromiso del PSOE. También quiere un AVE Santander-Bilbao, fundamental para estrechar lazos entre ambas comunidades y poder acceder a Europa. La cuestión es que el AVE Madrid-Vitoria-Bilbao ya está previsto y Fomento podría aprovechar esta línea para que Cantabria se conectase con la Meseta a través de esta.

Más allá de este debate, el problema para Cantabria ahora es que todavía no están definidos los corredores de paso del AVE y, sin estos, los proyectos no pueden arrancar. Revilla, siempre optimista, confía en que todo esté resuelto en un año.