Un jabalí, «pescado» en Touriñán

GALICIA

Los hombres, uno de ellos cazador, se toparon con el animal, que nadaba a gran velocidad frente al cabo de la Costa da Morte

11 oct 2012 . Actualizado a las 14:09 h.

Manuel García, un muxián de Merexo aficionado a la caza decidió por un día colgar la escopeta y coger la caña y el bote. Como compañero de singladura se llevó a su amigo Pedro Silva. Juntos pusieron rumbo a cabo Touriñán para disfrutar de una apacible jornada de pesca. Cuál fue su sorpresa cuando, en las inmediaciones de Punta da Buitra, se encontraron con un bulto negro que nadaba a toda velocidad. «Parecía que viña de América», relató Manuel, visiblemente sorprendido al comprobar que se trataba de un jabalí que procedía de mar abierto y se dirigía a la costa.

Los marineros, que tenían la embarcación empopada hacia Vilán, cambiaron de rumbo para dirigirse hacia el animal, que estaba situado a unos doscientos metros de su posición. Al acercarse descubrieron que el jabalí no solo se maneja bien en el maizal, sino que posee excelentes condiciones para la natación, que mostró para zafarse de los pescadores, a los que burló durante un rato largo.

Finalmente, los hombres hicieron valer su habilidad con las artes de pesca para vencer la reticencia del ejemplar porcino, que «non se defende tan ben na auga como en terra», según confirma Manuel. Ignorando el mortífero poder de los revirados colmillos del puerco, capaces de desgarrar en segundos a un perro de caza, se dispusieron a su captura. A falta de escopeta, un gancho de los usados para subir a bordo las capturas pesqueras sirvió para hacerse con el control del animal.

Entre los dos se las arreglaron para apresar al animal e inmovilizarlo en uno de los costados del bote. Parte del trabajo estaba hecho, pero quedaba el gran problema. Habida cuenta de que un jabalí vivo en una lancha no es buen compañero de viaje, habría que matarlo, pero ¿cómo?

Darle muerte

Una vez descartada la opción del gancho, que estaba sirviendo para mantenerlo sujeto, los remos se perfilaron por un momento como la salida más factible. Pero enseguida fueron descartados habida cuenta de la potencia física del jabalí. Había que empezar a sopesar otras posibilidades técnicas para dar muerte al gorrino, ya que, de cualquier forma, su final era inevitable.

En ese instante, y providencialmente, aparecieron los refuerzos: unos buzos de Camariñas que estaban en las proximidades disfrutando de una jornada de pesca deportiva. Los submarinistas traían la solución. Un puñal de tamaño considerable y con un filo capaz de atravesar la dura piel del cerdo.

Una vez sacrificado, llegó el tiempo para las conjeturas. Al parecer, el día anterior hubo en las proximidades una batida y los cazadores vieron cómo una de las piezas se escapaba por una zona en que era posible que hubiese saltado al mar. ¿Descartado? Eso había sucedido 20 horas antes y el animal no podía aguantar tanto tiempo nadando. Incluso empezaron a especular sobre la posibilidad de que el río lo hubiese arrastrado. Pero nada se sabe con certeza más que el resultado final: 31 kilogramos en canal.