UN empresario corajudo y con tesón se lanzó hace más de diez años a levantar una planta de gas en la ría de Ferrol. Lo hizo cuando, en otro brote de la pandemia con la que los Gobiernos de Madrid castigan a la comarca, el Ministerio de Industria apostaba por Bilbao y Gijón en detrimento de Galicia. La iniciativa privada brotó de la mano del Grupo Tojeiro donde dicen que sólo se sabe vivir con la muleta financiera del Estado. Más bien habrá que decir que Ferrol sobrevive pese a los obstáculos de la Administración. Reganosa lleva cinco años pidiendo la ampliación del gasoducto. La respuesta es el veto a que suministre a los consumidores domésticos. Los gallegos deberemos seguir sosteniendo un monopolio de hecho que se llamá Enagás. El pago a la valentía de la iniciativa privada es cerrarle puertas a la libre competencia. Y, de paso, seguir poniendo trampas en el camino, porque una mayor capacidad del gasoducto y la garantía de suministro es un incentivo para la instalación de empresas en la zona. El proyecto de Reganosa es estratégico para Galicia. Pero hay quien se empeña en que es mejor que sigamos consumiendo el gas que se descarga en Huelva.