El fiscal dice que las tres acusadas del crimen de la catana actuaron por celos

Alberto Mahía A CORUÑA

GALICIA

Un jurado popular trata de dilucidar la autoría del asesinato de un traficante coruñés Dos imputadas se culpan mutuamente y la tercera asegura que no conoce a las otras

16 oct 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

El fiscal cree a pies juntillas que las tres mujeres que se sientan desde ayer en el banquillo de la Audiencia de A Coruña mataron con una catana a Luis Manuel Pallares en su piso de A Coruña, presas de los celos y hasta puede que después de una de las muchas orgías de sexo y drogas que la víctima organizaba. Sus abogados no sólo lo creen imposible, sino que hacen suyas las palabras de sus clientas, que se culpan mutuamente. Esto es, que la brasileña Silvania Moraes juró haber visto cómo la ecuatoriana Susana Guzmán clavaba repetidas veces una catana en el pecho del hombre. La aludida dijo que aquellos días estaba fuera de Galicia y sospecha que Silvania la culpa para «sacarse el muerto de encima». La tercera en discordia, la brasileña Tania Aracele, sostuvo siempre que la última vez que estuvo con Manuel Pallares fue la víspera de su asesinato, que jamás conoció a las otras dos procesadas y que no sabría decir cuál de ellas fue la autora del homicidio. Fuera como fuera, lo cierto es que Manuel Pallares Manso tenía 59 años cuando recibió las 16 cuchilladas que acabaron con su vida. Ocurrió entre la tarde del 18 y la mañana del 19 de agosto del 2003. Su cuerpo apareció el 2 de septiembre de ese año, tendido en el suelo de su dormitorio en estado de putrefacción y con una catana en el costado, después de que los vecinos alertasen a la policía del hedor que emanaba de su vivienda, en el número 8 de la calle de Antonio Carballo, en el barrio coruñés de la Sagrada Familia, donde la víctima residía en régimen de alquiler. Movimientos en el piso La puerta del inmueble no estaba forzada y del piso nadie se había llevado la droga, ni las joyas ni el dinero que había. Lo más sorprendente de todo es que desde el día de la muerte hasta el hallazgo del cadáver se realizaron algunas llamadas telefónicas desde ese piso, lo que da a entender que alguien continuó visitando el inmueble mientras el cuerpo de Pallares se descomponía. Meses antes, según el fiscal, este hombre emprendió una relación con Susana, que llegó a mudarse a casa de Pallares. Fue aquella «una relación tormentosa y apasionada, en la que no faltaron trifulcas públicas debido a los celos de la mujer», recordó la acusación. Semanas después, la víctima conoció a Silvania. Pallares no tuvo reparos en simultanear ambas relaciones, llegando incluso a provocar que se conocieran y a «ofrecerlas» a sus amigos. Estos desaires y faltas de respeto pudieron ser lo que empujó a ambas mujeres a asociarse para matarlo con la ayuda de Tania, según el fiscal, que añadió que tras el homicidio, por el que pide una condena de 13 años de prisión para cada una, «no hicieron más que buscar coartadas e intentar entorpecer la investigación». Las defensas lo niegan. Y no sólo eso: también lanzaron duras críticas contra los investigadores, achacándoles que se dedicaron a poner sobre la mesa «pruebas inconsistentes». La abogada de Silvania dijo que el único pecado de su clienta fue estar el día del crimen en aquella casa. El letrado de Susana afirmó que ésta se encontraba en Valladolid en aquellas fechas, mientras que la letrada de Tania sostuvo que se hallaba con su hija el día de autos.