El exceso de velocidad causó el accidente del metro de Valencia en el que murieron al menos 41 personas

Patricia Raduá VALENCIA

GALICIA

Rafael Gil

El siniestro ocurrido en la línea 1 acabó con la vida de 41personas y causó heridas a 40 Una mujer natural de Santiago figura en la lista de víctimas mortales del siniestro

03 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Al menos 41 pasajeros murieron y otros 40 resultaron heridos de diversa gravedad ayer en Valencia cuando dos de los cuatro vagones de un convoy de metro volcaron en una curva muy pronunciada, justo cuando el tren de la línea 1, la más antigua y transitada de la ciudad, entraba en la estación de Jesús. Las primeras investigaciones apuntan a a la velocidad excesiva y la rotura de una rueda como la causa del accidente. Entre las víctimas mortales figura una mujer gallega, María José Vázquez Novas, natural de Santiago. La pesadilla de un atentado envenenó el pensamiento de muchos, los ataques de hace un año en el metro de Londres acudieron a la mente, pero los temores enseguida se disiparon. Lo que no desapareció fue la sangre en las vías del metro de Valencia, teñidas de rojo tres minutos después de la una de la tarde. A esa hora, miles de usuarios se agolpaban en las estaciones y los trenes de las cinco líneas de metro de la capital del Turia. En el convoy accidentado viajaban 120 pasajeros. Era un tren de cuatro vagones de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV), que cubría la línea amarilla, la 1, que recorre la ciudad de norte a sur, con destino a Torrent. El metro -un UTA 3.700, diseñado en la década de los ochenta y de 60 metros de longitud- había cargado decenas de viajeros en la céntrica parada de la plaza de España y se disponía a entrar en el frecuentado apeadero de Jesús, cruce de líneas en el corazón del popular barrio de Patraix, en el suroeste de la ciudad, y que estaba atestado de pasajeros que transbordaban desde la línea 5. Inexplicable acelerón De acuerdo con la versión de la subdelegación del Gobierno y de varios viajeros supervivientes, el convoy, tras un inexplicable acelerón, cogió una velocidad excesiva al encarar la última curva antes de entrar a la parada de Jesús, un tramo considerado como peligroso y en el que existen advertencias a los conductores para moderar la velocidad. Aunque no iba sobrecargado -sólo estaban ocupados los asientos, sin gente de pie-, el tren empezó a dar bandazos cada vez más violentos, hasta que el primero de los cuatro coches terminó por descarrilar. Al mismo tiempo, una rueda del segundo vagón se rompió por las fuertes sacudidas. Una concatenación de circunstancias que acabó con el vuelco de los dos primeros coches articulados, unidos entre sí. Los dos vagones delanteros fueron entonces embestidos por los dos posteriores y se desplazaron varios metros por la inercia de las más de 90 toneladas de peso del convoy. Además, varios de los elementos del tren chocaron contra las paredes del túnel y causaron desprendimientos de parte de las galerías, así como roturas en la catenaria. El pánico se apoderó de los 150 viajeros que aguardaban en la estación de Jesús. La avalancha de personas se dirigió a la salida sin que, por suerte, se produjeran víctimas o intoxicados por el humo gracias a que los trabajadores del metro valenciano abrieron los tornos de los accesos para facilitar la evacuación. En esos momentos de confusión lograron entrar desde la parada de Jesús las primeras asistencias sanitarias. Las cuadrillas de rescate encontraron un paisaje «dantesco»: varios cuerpos de pasajeros mutilados habían quedado atrapados entre los hierros y esparcidos por las vías. Había restos humanos por las paredes de la galería. Otros cadáveres estaban dentro de los coches.