Un yanqui en la corte gallega

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GALICIA

John Adams y su hijo, el segundo y el sexto presidente de Estados Unidos, llegaron a Galicia tras un accidente en el mar y se apuraron a escribir sus impresiones del viaje

26 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Aunque hoy parezca imposible, en 1799 los Estados Unidos de América no existían. Las colonias americanas libraban una guerra contra Inglaterra para conseguir la independencia y buscaban apoyos europeos, fundamentalmente en Francia, para obtener el reconocimiento internacional. El estatuto era en esa altura de la historia una posibilidad desconocida: ser o no ser. Uno de los representantes de esas colonias y futuro segundo presidente de los USA se embarca camino de Francia para las negociaciones. Va acompañado de sus dos hijos. Uno de ellos, John Quincy Adams, llegará a ser el sexto presidente, como si hubiera algo de monárquico en la transmisión del poder en el país de las oportunidades. Una vía de agua en una fragata llamada Sensible parece inevitable y cambia por miedo el tedio de la travesía y -como le pasó al Prestige - deciden arrimarse a Galicia. Desembarcan en Ferrol y, ante la gravedad de la avería, optan por continuar por tierra su viaje a París. Lo que hicieron estos dos futuros presidentes de Estados Unidos durante casi mes y medio en Galicia es lo que cuenta el libro escrito por Emilio González López. Coruñés, republicano, exilado en Nueva York y, durante la última etapa de su vida, cronista general de Galicia. El volumen, publicado por Trifolium, aprovecha dos de las aficiones de Adams y su descendencia: conocer mundo y llevar un diario con las cosas que miraban. Emilio González López, fallecido en 1991, diputado en Cortes en la Segunda República, cónsul de España en Suiza, profesor universitario en la ciudad norteamericana y uno de los colaboradores más activos de La Voz de Galicia, conoció la obra del primero de los Adams y fue recogiendo de ella los pasajes referidos al accidentado viaje hacia Francia. Emilio González contextualiza los apuntes del Diario y de la Autobiografía de Adams para que rebajarles en algo el rigor con que expresan las opiniones. «Es un hombre de la ilustración», explica el autor del libro y de ahí «su constante preocupación por la economía». Adams se manifiesta a lo largo del diario preocupado por los alojamientos, las industrias, los caminos y las costumbres, que, en algún caso, considera medievales. Como es abogado, Adams presta especial atención a la Justicia y sus penas. Una de ellas le llama especialmente la atención: «La pena capital se ejecuta ahorcando al reo. Algunas veces se quema al reo, pero sólo después de la muerte». Más singular le resulta al futuro líder del mundo libre un mandato de ley que exige que «se meta al reo en un barril con una víbora y un sapo, un gato y un perro, y se arroje el barril al mar». Tanto o más se extraña de la aplicación real de la ley: «En este caso, los animales estaban pintados en el barril y el sentenciado fue puesto ya muerto en él». La estancia en Galicia de los Adams se concentra fundamentalmente en Ferrol y A Coruña. Mientras hace proselitismo a favor de la causa de la revolución americana, constata que «los españoles son graves y los franceses alegres», que hay una gran diferencia entre la vestimenta de las clases pudientes, «considerablemente afrancesada», y las de las humildes, «que visten de manera más autóctona». Indica que los servicios de transportes en A Coruña y Ferrol «son muy deficientes» a pesar de la «importancia de ambos puertos». Llega a la misma conclusión cuando explica que Galicia está bien orientada al mar, pero, «con todas estas ventajas para el comercio exterior, esta región tiene muy poco comercio y éste es el pasivo. Tiene pocos artículos para exportar».