DESDE LA ÓPTICA del tráfico rodado, basta con un mero ejercicio de observación para advertir que se está incumpliendo -casi diríamos que clamorosamente- la norma que prohíbe al conductor hacer uso de la telefonía en tanto sea precisa la utilización de las manos. Tal infracción se incluye en el marco general de las distracciones, uno de los primeros factores de riesgo para la seguridad vial. Las displicencias de un amplio sector de conductores sirven para elevar, gratuitamente y en grado sumo, los riesgos ordinarios del tráfico, a costa de la eficacia de tantas campañas informativas avisadoras de las graves consecuencias de este orden de faltas. Por todo esto, no extrañe que en la última modificación de la Ley de Seguridad Vial se haya elevado de rango la calificación de las infracciones por uso indebido de telefonía «con manos». De hecho, desde el pasado día 21 de agosto, en el índice de graves infracciones figura «el uso durante la conducción de dispositivos de telefonía móvil [¿] que implique su uso manual». Queda nítida y severamente advertido. De ahí se llega al hecho de que la infracción pueda castigarse con multas cuyo importe económico va de los 90 euros hasta los 300, y con un acarreo de suspensión temporal del permiso de conducción. Y más severo es el castigo cuando a partir del primero de julio del próximo ejercicio -desde la entrada en vigor del permiso de circulación por el sistema de puntos- el uso indebido del teléfono haga compatibles multa y suspensión -posible- con la pérdida de tres puntos del crédito inicial que al conductor corresponde. Y cabe añadir que en la misma Memoria de la Fiscalía General del Estado del 2005, cuando se alude a una serie de delitos relativos a la seguridad vial, hay una referencia expresa y prioritaria al género de las distracciones como factor principal de siniestralidad, destacándose puntualmente dentro de ellas «el uso indebido del teléfono móvil [¿] causa determinante de un elevado número de colisiones».