«Boris enseñando el culo entretiene, no da felicidad»

GALICIA

XOSÉ CASTRO

La cara b | Fernando Sánchez Dragó Le encanta que se rían de él y cree que no es malo echarse un enemigo al día

05 jun 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuando Fernando era Fernandito, el profesor le gritaba: «¡Dragó, deje de reírse!». Sin embargo, no son pocos los que confunden la seriedad serena de Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) con un cabreo perenne, algo improbable en un tipo al que «nada importa nada». -Cuando venía para aquí, alguien me dijo, «¿Dragó? Ese señor siempre enfadado... -¡Yo no me enfado jamás, es imposible! Pero, en este país, uno confunde la seriedad con el mal humor. Hombre, si estoy hablando de la Crítica de la razón pura de Kant (se ríe), no voy a estar descojonado de risa. -¿De verdad dijo que los libros de Paulo Coelho son basura? -Con esto de la globalización, cuentas un chiste en el café y lo saca el New York Times en portada. Lo que dije es que lo que se despacha como literatura de autoayuda es falsa espiritualidad. Desde el punto de vista literario, literatura es buscar la belleza con las palabras. No todo el que escribe un libro hace literatura. Dije que, literariamente, eran basura y que, desde el punto de vista de la espiritualidad, son un camelo. Eso lo sostengo, pero no lo dije únicamente referido a mi amigo Paulo Coelho, dije Susana Tamaro, dije Jorge Bucay. Los periodistas, con la voracidad del titular, sólo sacan lo de Coelho y quiero pedirle disculpas, así que aclárame eso. -¿También lo sacamos de contexto cuando denuncia el infantilismo creciente en la humanidad? -Es como si hubiera un complot para convertir a los ciudadanos en súbditos ¿Cómo? Atontándolos, aturdiéndolos, inutilizándolos. Todo lo que se ve en la televisión son juegos de niños. Las cosas a las que jugaba yo de niño son esos programas concurso, la telebasura. Que lo hagan los adultos es patético. -¿Y los parques temáticos? -Es asombrosamente infantil. Y el turismo es de un infantilismo asombroso. Y el hecho de que, en literatura, lo que más se vende es novela. Como dice Ortega, no lo dice Dragó, «quien después de los cuarenta años lee novelas, está haciendo gala de una peligrosa dosis de infantilismo». Y el deporte, esa pasión desaforada... Hacer deporte está muy bien pero, oye, la gente ve un partido y se cree que están haciendo deporte ellos. ¿Y lo de la tecnología? Todos esos juguetitos, teléfono móvil, vídeos de consola... Es un proceso agudo de infantilización de la humanidad que conviene al poder, consumamos, consumamos, consumamos... -¿Y qué no sería entonces patético para un adulto? -Leer El Quijote, por ejemplo, motu propio. Ser adulto significa llegar al autogobierno. -¿Y enamorarse no es de adultos? También atonta... -Enamorarse es peor que una cosa tonta, es una enfermedad grave, porque la pasión es la enfermedad más grave. Pero la ponen de moda, porque la pasión vende. -¿Y si uno es feliz casándose por amor, matando marcianos en la consola y usando el móvil? -No son felices. La única felicidad la da el conocimiento, pero mucha gente confunde entretenimiento con felicidad. Boris enseñando el culo en la tele entretiene, pero no da felicidad. La felicidad proviene de los grandes conceptos: verdad, bondad y belleza; lo demás es superficial. -También hay quien tenía mucho conocimiento y se tiró por la ventana o se pegó un tiro... -Quien conoce no se pega un tiro jamás. -¿Y el señor Ernest Hemingway? -Hemingway se mató porque estaba deshecho físicamente, no podía seguir conociendo, no era capaz de escribir, no era capaz de cazar, de beber, de follar, no era capaz de nada de lo que le gustaba y la vida había dejado de tener sentido. Fue no poder conocer lo que le mató, no lo contrario. -¿No le agota ser tan intenso? -Lo malo es que también soy extenso, y eso sí que es agotador.