La Reina concluye en Santiago una travesía «fantástica y maravillosa»

Nacho Mirás | 15-07-2004 SANTIAGO

GALICIA

Doña Sofía completó a pie cinco kilómetros de la ruta jacobea acompañando a la Guardia Real Deseó «buen camino» a los peregrinos con los que coincidió en su recorrido

14 jul 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Si no hubiera sido por un par de pequeños detalles, casi nadie habría reparado en la peregrina de caqui que caminaba ayer por la mañana por las corredoiras asfaltadas del Camino de Santiago, con paso firme y sereno, sin prisa pero sin pausa. El primero, y quizás el menos importante, era la minúscula calabaza que adornaba un báculo demasiado inmaculado, más souvenir que herramienta. El otro detalle era un poquito más llamativo: casi cuatrocientos guardias reales, dieciséis motos Harley Davidson, cuarenta y ocho caballos, medio centenar de periodistas, un helicóptero de la policía nacional, unos cuantos vehículos de la Guardia Civil, dos carabineros italianos, una fila de ciclistas y unos gaiteiros de Rianxo tocando una rumba. La Reina de España se metió en la piel de una peregrina, pero no fue una peregrina más, porque a los peregrinos del montón no se les hace la cuenta para saber cuánto han caminado en cuánto tiempo, y a doña Sofía sí: poco más de diez minutos por cada mil metros. En honor a la verdad, la peregrinación auténtica no era la de Su Majestad, sino la de la Guardia Real cuyos miembros decidieron, de este modo, conmemorar no sólo el año santo, sino el hecho de que el capitán Ayora hubiese fundado la Guardia de Alabarderos -origen de la actual Guardia Real- hace ahora mismo quinientos años. Lo que hizo la Reina fue incorporarse a la marcha durante cinco kilómetros para matar dos pájaros de un tiro: acompañar a su guardia en una fecha tan especial y, de paso, darle al Camino de Santiago un espaldarazo como hiciera su hijo, el príncipe Felipe, en los montes de Roncesvalles el 9 de enero. La Reina inició la marcha muy cerca de donde se encuentran los estudios centrales de la Televisión de Galicia, en San Marcos. Camisa y pantalón color arena, pañuelo azul, chal en tonos verdes, bolso de rayas, gafas de sol marroncitas prendidas en la botonera y una sonrisa que mantuvo durante todo el trayecto. Como la ruta jacobea a estas alturas del año está superpoblada, doña Sofía coincidió con muchísimos peregrinos, algunos de los cuales se hicieron los encontradizos para no perderse la ocasión de ver de cerca a Su Majestad. «¡Buen camino!», les deseaba la Reina. Con dos gaitas y un tambor, los rianxeiros Miguel, Alberto y Fran, peregrinos ciclistas, le dieron la bienvenida a toque de rumba. Doña Sofía calificó su travesía de experiencia «fantástica y maravillosa».