«Raúl aún no hizo nada, aunque se lleve mil y pico millones»

Montse Carneiro (montse.carneiro@lavoz.es)

GALICIA

CÉSAR TOIMIL

Quería ser cura y acabó formando una de las mejores delanteras de la historia; ahora, con 60 años, Marcelino carga contra el fútbol galáctico y exige atención a las bases

13 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

«Yo fui el mejor de la playa de Ares, el mejor del Ferrol, el mejor, con Lapetra, de la historia del Zaragoza y uno de los once mejores de la historia de la selección. Cuando alguien haga eso podremos comparar, mientras tanto, a mí no me llegan a la suela del zapato, y con esto no quiero decir nada, que fui lo que fui gracias a la afición y a los compañeros». -¿Era para tanto? -A mí el campo me quedaba pequeño, venía de jugar en la playa, era un pulmón, 38 pulsaciones, cien metros en 11 segundos, una potencia de salto bestial, una coordinación increíble, a mí me marcaban centrales de dos metros y en el salto les sacaba la cintura, usaba las dos piernas, era rápido... -¿Pero ese no era Gento? -Gento fue el mejor extremo del mundo, seis copas de Europa con el Madrid, rapidísimo, centraba perfecto, aún no hay quien se mida con él. Luego había cerebros como Lapetra, que era la elegancia personificada; con Suárez, el jugador al que más admiré. -¿Y de los de ahora? -Nada, son los mejores del mundo, pero no ganan nada. A mí que me lo expliquen. Beckham, un jugador mediocre, pero guaperas, del mundo del corazón sabe la tira. Yo no los consideros compañeros, el deporte es algo mucho más digno y social que todo esto. -Son los figuras. -Pero es que los figuras son los que tienen que tirar del equipo cuando las cosas van mal, y ahora los primeros que se vienen abajo son ellos. -¿Esa es la diferencia? -Zarra, Panizo, Gaínza, aquel Bilbao, los Cinco Magníficos que creamos Lapetra y yo, Gento... Ésos hicieron historia, pero sus derechos de imagen se los están llevando señores que no generan nada, y yo pienso reclamarlos para el fútbol base. Hay que ganar cuatro copas de Europa para estar en el once ideal, y Raúl, aunque se lleve mil y pico millones, aún no hizo nada. -¿No los genera? -El fútbol tiene que pagar lo que genera la afición. Hablan de Florentino, pues Florentino lo que hizo fue vender el patrimonio creado por Bernabéu para hacer unas torres, especular y pagar a estos señores. Si no, ahora quizá estarían en quiebra fraudulenta. No quiero juzgar a nadie, pero esto es amoral. Marcelino habla de todo y más (el «capitalismo salvaje», la guerra de Irak o el no que le dio a Aznar cuando lo invitó a ver los partidos en la Moncloa), antes de volver al 21 de junio de 1964, tarde lluviosa, final de la Eurocopa España-Rusia en el Bernabéu. Desvela entonces que aquel gol fue fruto del amor propio. -Yo me había portado mal: había salido de más y llegué tarde. A los compañeros no les gustó, entonces dije: «Voy a salir a romper, me caeré de culo en el campo, pero voy a ser el mejor de los 22, llegué tarde y debo demostrar lo que soy». Y sí, luego tuve la fortuna de ver aquel pase de gol. -Un gol político. -Eso dijeron después, que si Franco no había permitido un partido contra Rusia en el 60. No sé, a mí me dicen eso y yo no vuelvo a vestir la camisola española en la vida. -Fue un tanto para el Régimen, Franco los felicitó. -Fue anecdótico, nosotros de política nada: vemos más ahora a Chirac que entonces a Franco. Un día apareció en una lancha por Ares y un pescador, Gelucho de Teresa, le dijo que se largara, que no le tocara las redes, ja, ja. Marcelino lo ganó todo en el fútbol, pero tiene un queja: que no le dejen enseñar a los niños a «jugar bien, a disfrutar y, sólo después, a ganar».