Las víctimas del globo que ardió en el aire quisieron saltar sobre unos tejados

Nacho Mirás SANTIAGO

GALICIA

Cientos de personas presenciaron la tragedia que se cobró la vida de un vallisoletano, un coruñés y un andaluz El aerostato chocó contra la chimenea de un instituto de Santiago

23 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

EL VUELO. El globo que pilotaba Diego Criado y en el que viajaban José María Martín Vázquez y Roberto Rodríguez vuela en dirección sur. La foto está tomada a las 9.40 horas, minutos antes del choque contra la chimenea del instituto Xelmírez, que se encuentra a la izquierda del edificio blanco. En sobreimpresión, la cesta con los tres ocupantes. LA TRAGEDIA. Cinco minutos después de la imagen anterior, el globo ya está en llamas. Ha chocado contra la chimenea, se ha incendiado y los ocupantes han saltado. La aeronave gana altura y se pierde en el horizonte. La velocidad del viento es de 10 kilómetros por hora. No cayó hasta que recorrió unos ocho kilómetros en dirección a Ames. EL FINAL. Dos helicópteros localizaron los restos del globo en el monte de Pena Marela, en Ames, entre Aldeanova y Cobas. Eran las 10,45 horas. La vela cuelga de un pinos. En la zona aparece quemado el libro de bitácora del aparato. Cinco minutos bastaron para convertir el vuelo manso de un globo en una tragedia. El vallisoletano Diego Criado del Rey, un experimentado piloto de 36 años; y sus acompañantes José María Martín Vázquez, coruñés de la misma edad; y Roberto Rodríguez Rodríguez, sevillano de 28 años con domicilio en A Coruña, murieron al saltar al vacío cuando la aeronave en la que viajaban sobre Santiago se incendió en el aire. Eran las 9.30 cuando el aparato despegó con las tres personas a bordo desde una explanada situada en la zona de Vista Alegre, junto al colegio de los Maristas y frente a la Facultade de Filoloxía. La vela del globo, de colores muy vistosos, enseguida se levantó por encima de la línea del cielo de la ciudad, exhibiendo un gran cartel del Xacobeo. Casi a la misma hora había despegado de la praza do Obradoiro otro globo, pilotado en este caso por Rodrigo Criado, hermano de Diego, y con el que viajan otras cuatro personas, entre ellas periodistas y la catedrática de Latín de la Universidade de Santiago, Dulce Estefanía. En su vela llevaba publicidad sobre las próximas elecciones europeas. Malas noticias Cuando la aeronave pilotada por Rodrigo, después de haber seguido dirección Noia, se encontraba a la altura de la parroquia de Laraño, el piloto recibió una llamada telefónica del conductor que hace el seguimiento desde tierra. Había ocurrido un accidente, aunque eludieron los detalles. Rodrigo y sus compañeros descendieron en Laraño y se prepararon para escuchar lo peor. Tanto testigos presenciales como la versión oficial señalan que el globo que sufriría el siniestro volaba muy bajo. A las diez menos cuarto de la mañana, la fotógrafa de La Voz lo captaba, volando con aparente normalidad sobre el campus sur universitario y San Lourenzo -a la altura del sanatorio La Esperanza-. El accidente ocurrió justo después, cuando el aerostato sobrevoló la manzana contigua al sanatorio, en el que se encuentra el Instituto Xelmírez. Según los datos facilitados por el alcalde compostelano, Xosé Sánchez Bugallo, que se remitió a las declaraciones de testigos, el globo volaba en ese momento a unos quince metros del suelo. Fue entonces cuando chocó contra la chimenea de chapa de uno de los edificios del instituto, se escoró y, en el momento en el que Diego Criado quiso activar los quemadores de impulsión para ganar altura, se produjo una deflagración que provocó el incendio de la cesta. Salto al vacío Para huir del infierno que ardía en el aire, los tres se tiraron al vacío, cuando el globo se encontraba a unos veinte metros. Varios testigos vieron cómo uno se dejaba caer de cabeza, con el cuerpo en llamas, y otro de pie moviendo los brazos. También se tiró el tercero. Uno cayó sobre el tejado del centro escolar, primero, y fue a parar a un callejón lateral del patio. Otro se precipitó sobre una huerta y el tercero cayó sobre un edificio en obras. Los restos del globo, todavía ardiendo, ganaron altura y fueron arrastrados por el viento del oeste. Al campus sur se desplazaron agentes de policía y bomberos, así como sanitarios del 061 que no pudieron hacer nada por salvar a los tripulantes. La titular del juzgado número 7 de Santiago y un forense ordenaron el levantamiento de los cadáveres y su traslado al hospital de Conxo para que les fuese practicada la autopsia. A la espera de los resultados, el alcalde adelantó que los tres murieron, con toda seguridad, a causa de las heridas sufridas en la caída, si bien alguno de los cadáveres presentaba quemaduras «significativas». A la deriva En un primer momento se dijo que en los restos de la aeronave incendiada iba, enganchada, una cuarta persona volando a la deriva, por lo que se activó una búsqueda en la que participaron dos helicópteros, uno del 061 y otro del 112. Cuando se supo que la tripulación estaba formada por tres personas, los esfuerzos se concentraron en hallar los restos del aerostato. Sobre las once menos cuarto de la mañana se encontraba la vela enganchada en un pino en el monte de Pena Marela, en el vecino municipio de Ames. El lugar a donde fueron a parar los restos se encuentra a unos ocho kilómetros de distancia del campus. Entre los objetos hallados en el lugar por la Guardia Civil y la Policía Local de Ames se encontró, medio carbonizado, el cuaderno de bitácora del globo, por el que se pudo saber que la aeronave, de fabricación checa, cumplió el pasado 22 de abril diez años.