Fraga alerta de que mantener invariable la Constitución puede ser un problema

Serafín Lorenzo ENVIADO ESPECIAL A EL SALVADOR

GALICIA

Insiste en la necesidad de reformar el Senado, pero considera que ahora no es el momento Augura el fracaso del plan federalista de Maragall y del proyecto soberanista de Ibarretxe

05 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

El presidente de la Xunta no está en absoluto de acuerdo con las propuestas de reforma de la Constitución realizadas por el socialismo catalán y el nacionalismo vasco, pero admite la necesidad de una revisión de su Título VIII para materializar su vieja demanda de convertir el Senado en una verdadera cámara de representación territorial. Durante una conferencia pronunciada en la Universidad de El Salvador en la tarde del jueves (madrugada del viernes en España), en su último día de estancia en ese país, Fraga reconoció que, aunque él prefiere que la Carta Magna española se mantenga de momento intacta «incluso en algunas cuestiones que podrían ser mejoradas», mantener las constituciones invariables «puede ser la forma de destruirlas». Manuel Fraga sostiene que la propuesta federalista de Pasqual Maragall en Cataluña y el plan soberanista del lendakari Juan José Ibarretxe en el País Vasco están abocados al fracaso. El presidente de la Xunta contrapone a esas dos formulaciones, que alimentan el debate sobre la reforma de la Constitución Española, la de una Galicia alineada «con la idea de España una y autonómica». Fraga defendió los «veinticinco años de paz» que el marco autonómico instaurado por la Carta Magna han dado al país. Ante un auditorio integrado por 300 alumnos y profesores de Derecho, explicó que las únicas voces que rompen en la actualidad el consenso sobre la vigencia constitucional están abanderadas precisamente por los proyectos reformistas de Maragall e Ibarretxe. Preguntas La conferencia de ayer dejó paso un turno de preguntas de los asistentes que permitieron a Fraga ilustrar al auditorio salvadoreño sobre la transición española. Recordó su presentación de Santiago Carrillo en el conservador club Siglo Veintiuno, uno de los episodios más célebres y elocuentes de ese período. Tampoco dudó en alabar el ejercicio de «razonable responsabilidad» desempeñado por los sindicatos en el último cuarto de siglo. Los profesores preguntaron más que los alumnos. Éstos llenaron el auditorio incentivados por los créditos que premiaban la asistencia.