La ministra regresa a su consulta

GALICIA

MARTA G. BREA

Crónica | Ana Pastor, hija adoptiva de Crecente, donde ejerció como médica La plaza del Caudillo cambió ayer su nombre por el de la titular de Sanidade

05 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

?asi veinte años después de que pisara por primera vez Crecente para otear su primer destino definitivo como médica en Galicia, Ana Pastor volvió ayer como ministra a ese municipio pontevedrés, uno de los más deprimidos de la comunidad autónoma. Los motivos, recibir el nombramiento de hija adoptiva y prestar su nombre a una plaza, denominada hasta ese momento del Caudillo. «¡A dónde has llegado doña Ana! Me pregunto a dónde llegarás», exclamó el alcalde de Crecente en su discurso, ante las miradas pícaras de vecinos y autoridades enfilando en dirección a Santiago. Alguno de los asistentes fue todavía más claro y murmuró sin reparos: a la Xunta. De hecho, su carrera ha sido fulgurante desde la llegada a Galicia. De Crecente pasó a ocupar una plaza en la delegación provincial de la Consellería de Sanidade en Pontevedra; después, fue gerente de área; a continuación, directora provincial del Sergas y, acto seguido, directora de Muface. A partir de ese momento, sus pasos siguieron el mismo ritmo que los de Mariano Rajoy, convirtiéndose en la mujer de hierro del ministro. La bienvenida de ayer a Ana Pastor no fue ni parecida a la de antaño. En la primera ocasión, la joven zamorana apareció en la casa destinada al médico, su futuro hogar, maleta en mano, y sin que nadie advirtiese su presencia. Tras ser recibida en la vivienda por los sanitarios (médico, veterinario y practicante) y ante la perplejidad de éstos, espetó: «Voy a dar una vuelta para conocer el pueblo». No habían pasado diez minutos cuando ya estaba de vuelta. La cosa no daba para más. Ayer, sin embargo, el recibimiento recordaba a míster Marshall ante los coros vecinales de «¡viva la ministra!» y el pasodoble Amparito Roca, interpretado por la banda de Coruxo. Era la segunda vez que un cargo de tal importancia se acordaba de esta localidad de poco más de tres mil habitantes. El primero fue Sancho Rof. Ayer, la ministra dominaba la situación: «¿Qué tal, cómo va esa salud»?, preguntaba a un ex paciente tras otro, mientras repartía besos a discreción. Nada que ver con aquella forastera que dos décadas atrás apareció en el pueblo, poco después de dejar las aulas de la Universidad de Salamanca. Ya entonces, Ana Pastor se ganó el calificativo de mediadora. Consiguió, con mano izquierda, evitar el enfrentamiento de los médicos con el alcalde a causa de las guardias médicas. El resto de los galenos no aguantaron el tipo ante el peculiar regidor, Julio César García Luengo. Simpatías Su papel de conciliadora le evitó muchos disgustos, y le granjeó las simpatías de los vecinos, que aumentaron cuando se supo de su relación con un joven de la parroquia de Albeos, hoy su marido, y además director xeral de Protección Civil. De Ana Pastor dicen sus compañeros sanitarios que siempre fue muy trabajadora y una apasionada de la salud pública. Ya en Crecente, colaboraba en todo tipo de campañas, como las de control de flúor entre los escolares. Ayer, ella recordó anécdotas vividas en el municipio, como cuando cierto día abrió la puerta a un vecino que le preguntó: ¿Está tu padre? «El médico soy yo», respondió la ministra.