Una grúa derribada por el viento mata a dos septuagenarias mientras veían la tele

Francisco EspiñeiraJuan R. Gómez Aller A CORUÑA

GALICIA

La pluma de la estructura destrozó dos pisos de un edificio situado en la calle Real de A Coruña Las ancianas compartían piso desde hacía meses, aunque no tenían parentesco

13 nov 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

El viento se llevó el último suspiro de dos septuagenarias que residían en la céntrica calle Real de A Coruña. La muerte las sorprendió ayer mientras veían la televisión sentadas en sendas sillas de mimbre de su sala de estar. Las fuertes rachas de viento del temporal que azota la costa gallega balancearon hasta la destrucción una grúa de dimensiones gigantescas situada en el cruce de la calle Real con Riego de Agua y Lagar. La fuerza eólica desestabilizó la estructura. Los contrapesos que sujetaban la base acabaron por deslizarse en medio de un gran temblor y el metal cedió hasta precipitarse sobre tres edificios: el número 3 de la calle Real, el 1 de la misma vía (donde se ubica la sede de la concejalía de Medio Ambiente) y el cercano Teatro Rosalía. En la caída se desprendió la pluma (de varias toneladas de peso). La piedra se llevó por delante la techumbre de la buhardilla situada en el quinto piso del primero de los inmuebles afectados. En el salón de esa vivienda reposaban después de comer dos septuagenarias. Magdalena (Nena) Naya y Áurea García López, que compartían domicilio desde hacía meses, veían las noticias en la televisión cuando la pluma se las llevó por delante. «El piso está intacto. Sólo falta una superficie de entre uno y dos metros, que es por donde se coló el contrapeso», explicó el edil de Seguridad Ciudadana, José Nogueira, pocos instantes después de que la juez de guardia levantara los cadáveres de las dos ancianas. Una cruel escena Fruto del impacto, los cuerpos de las dos septuagenarias fueron impulsados hacia el exterior. Los equipos de rescate las encontraron sobre el asfalto del lúgubre callejón de La Estacada, un estrecho vial situado en la parte de atrás de la calle Real. La escena era cruel, casi dantesca. Los cuerpos estaban destrozados por el impacto de la piedra caída del cielo. El problema se tradujo de inmediato en la dificultad para identificar los cadáveres. «Han quedado irreconocibles», susurraba con evidente gesto de dolor un policía local mientras los camilleros de Cruz Roja tapaban los cuerpos de las víctimas. El suceso dejó al descubierto parte de la estructura del inmueble número 3 de la calle Real, El Ayuntamiento tuvo que proceder al realojo del resto de las familias damnificadas.