Oubiña, recibido con insultos en el funeral de su mujer

La Voz

GALICIA

VÍTOR MEJUTO

ENTIERRO DE ESTHER LAGO Laureano Oubiña tuvo dos horas para llorar junto a sus hijos por la muerte de su esposa, Esther Lago. El «capo» arousano llegó al tanatorio Arousa a las cinco de la tarde esposado y escoltado por la policía. Tras permanecer tres cuartos de hora con sus familiares, fue trasladado a la iglesia parroquial de Arealonga, donde se celebró el funeral. Allí fue recibido por cientos de personas que lo insultaron a él y a sus familiares.

01 mar 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

SUSANA LUAÑA VILAGARCÍA Las víctimas del narcotráfico fueron inflexibles con el dolor de la familia Oubiña. Cuando a las seis de la tarde el féretro con los restos de Esther Lago llegó a la iglesia parroquial de Vilagarcía, cientos de personas abuchearon e insultaron a todos los que acudieron al funeral. Más indulgente fue el párroco, que en su sermón recordó a quien había dicho «que me juzgue Dios, que no me juzgue mi madre». Desde el interior de la iglesia se oían los insultos del público congregado fuera del templo. Cuando salió la familia tras el féretro, los allí presentes trataron de agredir al hijo de la fallecida, David Pérez Lago. Oubiña tuvo sólo dos horas para despedir a su esposa. Con un permiso judicial, por la mañana salió de la prisión de Alcalá-Meco y fue trasladado por la Guardia Civil hasta la de A Lama, en Pontevedra. A las cinco de la tarde, agentes de la Policía Nacional de Vilagarcía lo acompañaron hasta el tanatorio, donde entró sereno para permanecer tres cuartos de hora con sus familiares. En todo momento permaneció esposado a un policía y acompañado por otros cinco. A las seis de la tarde se celebró el funeral en la iglesia parroquial de Santa Eulalia. Unas doscientas personas acompañaron a la familia en el interior del templo; entre ellos, un grupo de abogados que defienden las causas de los antiguos propietarios del pazo de Baión. Regreso a la cárcel En las afueras, el público allí congregado recibió a Laureano Oubiña con frases como «chora, tamén antes choramos nós» y gritos de «asesino, asesino». Tampoco fueron clementes con la fallecida. «Enriquecéronse a costa da nosa ruína», gritaban algunas madres allí presentes. La tercera cita fue en el cementerio de Rubiáns, donde fueron enterrados los restos mortales de Esther Lago. Oubiña y su hijastro no pudieron evitar las lágrimas. Se despidieron con un rápido abrazo y el capo más famoso de Arousa fue rápidamente introducido en un coche para ser trasladado a la prisión de A Lama. Hoy volverá a Alcalá-Meco.