Galicia proclama su «alba de groria»

MONTSE CARNEIRO A CORUÑA

GALICIA

XOÁN A. SOLER

DÍA DE GALICIA Santiago celebra con numerosos actos la festividad del Apóstol «Non, é moito mellor evocar algo irreal, algo puramente imaxinario, algo que co seu simbolismo nos deixe ver o pasado para proveito de futuro (...). Podemos imaxinar, por exemplo, unha Santa Compaña de inmortaes galegos en interminabel procesión. Alí veremos as nobres dinidades e os fortes caraiteres que dou Galiza no decorrer da súa Hestoria. Verémolos camiñar en silenzo...». Era el 25 de julio de 1948, en Buenos Aires. Castelao superaba el dolor del exilio con un tributo grandioso a la memoria espiritual de la patria. Un cortejo presidido por Prisciliano y cerrado por infinitos «vagalumes» celebraba el Día de Galicia. Desfilaban Xelmírez, Meendiño, Rui Xordo, Sarmiento, Rosalía, Pondal... Hoy, medio siglo más tarde, la procesión pasa de nuevo con el mismo sentimiento que «agora bule no noso corazón», con Castelao. Es el «alba da groria».

24 jul 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Alba de Groria fue el último discurso de Castelao, el paisaje imaginario más hermoso de cuantos se hayan dibujado para celebrar el 25 de julio. Esa es la herencia, la síntesis de la identidad gallega que hoy se afirma en el Altar Mayor de la catedral, entre las piedras sonoras de A Quintana, la carballeira de San Lorenzo y el panteón ilustre de San Domingos de Bonaval. Reyes y arzobispos vigilarán la ofrenda que el presidente de la Xunta realizará esta mañana ante el Apóstol Santiago por delegación del monarca. Fraga abrirá el cortejo, pero delante de él y una cuarta por encima, invisibles, transitarán Castelao y el séquito de Prisciliano, santos y trovadores, papas, caballeros, monjes, señores, astrónomos, filósofos, poetas, mártires, las sombras inmortales que construyeron Galicia. Detrás, los que aún esperan el juicio de la Historia, conselleiros y alcaldes, políticos, PP, PSOE y BNG. Que el pueblo se sienta representado no depende de ese lugar. «Esa moitedume de luciñas» con la que Castelao representó la energía colectiva no desplegará sus banderas en el Obradoiro ni en el crucero de la Catedral. No cabrían. Lo harán en las plazas y en los soportales, primero para celebrar, luego para proclamar el legítimo orgullo de su identidad política, ser ellos mismos, hijos de una patria. Amparándolos, las palabras con las que Castelao despidió el gran día: «Que a fogueira do esprito siga quentando as vosas vidas e a fogueira do lume nunca deixe de quentar os vosos fogares».