De la hoz al martillo

A. buíncas

GALICIA INNOVA

cedida

Industrial Recense, que empezó fabricando «fouces» en 1953, se ha orientado a la construcción. Con la Industria 4.0 pretende plantar cara a los países ex comunistas y a China

20 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha pasado más de medio siglo desde que Germán López, fundador de lo que hoy es Industrial Recense, inició la aventura empresarial con las hoces. Sí, la herramienta agrícola para segar hierba. Pero empezó no como un ferreiro al uso, sino a nivel industrial. Ahora bien, es poco probable que entonces -corría el año 1953- por la mente del emprendedor pasase que en el 2021 su empresa iba a consistir en una fábrica física de 8.000 metros cuadrados y 2.000 de almacén, y otra de la misma superficie que la planta de producción, pero en otra realidad: la virtual. Como tampoco es probable que imaginase que la compañía que fundó dejase aparcada la fabricación en masa de esa herramienta agrícola para desviarse hacia otro sector: el de la construcción. Y, sin embargo, así es. Del mismo modo que antes salían hoces, ahora, de la factoría que Industrial Recense tiene en el parque empresarial de A Pontenova, municipio de la comarca de A Mariña Oriental, salen todo tipo de materiales y soluciones para sujetar cubiertas, canalones y fachadas de edificios, elementos de fijación metálica para estructuras, y cerramientos de hormigón o abarcones, roscados y conformado de piezas de alambre, como pernos, garrotas, ganchos y varillas.

De Recense es cosa que no se venga abajo la fachada del edificio Riverside Home, de Madrid, ni el Sunset Waves, de Benidorm, a la que la madrileña Prefabricados Ponce recurrió para fijar la cara externa de ambos.

Competencia y competitividad

Pero del mismo modo que las piezas de sujeción salen de A Pontenova también lo hacen de naves de polígonos de países de la Europa del este y, sobre todo, de China. De ahí que ganar en productividad y competitividad se haya convertido en una carrera obligada si se quiere seguir en el mercado. «Un alemán si necesita un millón de piezas las compra en China, pero si necesita 3.000 de forma urgente, nos las compra a nosotros», explica José Luis Machado, del departamento comercial de la empresa lucense, que además de responder con rapidez debe hacerlo con precio. El más bajo posible, por supuesto.

Fue ese esprint hacia la competitividad lo que echó a Industrial Recense en brazos de la Industria 4.0. Un paso que la compañía dio hace dos años con un proyecto de innovación para virtualizar la fábrica. Llevar la planta de producción desde A Pontenova al ordenador para estudiar y analizar fórmulas que permitiesen mejorar la producción. «Si hay tres máquinas y 15 operarios, el programa permite introducir las órdenes de trabajo y comprobar cuál es la mejor distribución de los empleados; probar qué ocurriría si pongo una persona más en cuestión de coste y producción o ver cómo sería el proceso de fabricación... Eso ayuda a tomar mejores decisiones de fabricación», explica Machado, que compara tener la fábrica virtual con un videojuego. Pero dentro de una partida en el que la recompensa o ganar una vida más es «la mejora de la productividad y ser más productivos».

Además de poder hacer el ensayo-error en ese juego virtual, también es una ventaja a la hora de mostrar a los clientes el funcionamiento y el sistema de producción a los inversores.

Entrar en la Industria 4.0 no ha supuesto para la compañía un recorte de personal. Al revés, «somos más». Un 5 % más de los que eran antes de dar el salto a la realidad virtual. Pero lo más importante es que ha servido para optimizar la fábrica, sacar lo mejor de cada máquina y ganar en capacidad productiva. Que no siempre es sinónimo de «facturar más». La compañía anda sobre los 11 millones de euros, tras caer un 8 % con respecto al año pasado.Ahora bien, entrar en la Industria 4.0 «nos ha ayudado a ser más competitivos, a mejorar precios y, con eso, ganar mercado», sobre todo en la exportación.