«Aquí se ve la artesanía como parte de nuestra identidad»

C.PORTEIRO

GALICIA INNOVA

M.MORALEJO

Galicia da la bienvenida a una nueva edad dorada del «handmade»; los más jóvenes toman el relevo en los obradoiros y lo hacen con las ideas claras: el arte y la empresa deben ir de la mano para cosechar éxito

26 oct 2020 . Actualizado a las 19:43 h.

 Vanguardia y tradición se fusionan a más de 1000 grados en el obradoiro de Paula Ojea. En cada esquina se acumulan los objetos de cerámica a los que poco a poco ha ido dando vida con sus propias manos. Es el resultado de 30 años de dedicación al oficio. Primero como afición, más tarde como negocio. Porque como bien dice, sí se puede vivir de esto. Estaba tan segura de que podía conseguirlo que no dudó en abandonar los rascacielos de Nueva York de su etapa como ingeniera para encender el horno de su pequeño taller en Vigo. Y no se arrepiente. Su obra ha cosechado importantes éxitos. Su colección Cut & Fold -inspirada en la ingeniería y la geometría- consiguió alzarse el año pasado con el Premio Nacional de Artesanía en la categoría Producto. Lo hizo combinando «técnicas de hace 50 años» y diseños contemporáneos. El negocio va viento en popa. Además del esfuerzo y el talento, Ojea reconoce que ha sido vital el impulso de la Fundación Artesanía de Galicia: «Han creado sinergias muy positivas entre el mundo de la artesanía y la gastronomía», desliza. Por eso no es extraño que tropiecen con alguno de sus platos en restaurantes tan célebres como el del chef Pepe Solla. Allí la cubertería, la vajilla o los manteles tienen etiqueta gallega. «Tenemos muchos artesanos excelentes. No es fruto de la casualidad. Los gallegos tenemos mucha capacidad de trabajo y tradición artesana [...] Aquí la artesanía se ve como parte de nuestra identidad», subraya.

Dejar huella

No hay que olvidar que, al igual que ocurría con las marcas de cantero, todos los artesanos intentan dejar su impronta. Y no siempre por puro romanticismo o tradición: «Si no dejas tu huella, no repercutirá en futuras ventas», explica Ojea. Para esta joven ceramista y sus coetáneos, arte y empresa deben ir de la mano. Solo así la marca Galicia será más competitiva: «La parte empresarial es fundamental. Disfrutamos mucho con el proceso, pero la realidad es que el tiempo que pasas creando es bastante menor que el que pasas gestionando, vendiendo, promocionando, hablando con proveedores o haciendo envíos», admite.

Como muchos otros artesanos, aplaude el auge del trabajo hecho a mano. Eso repercute en el precio, por supuesto, pero «la gente valora que esté hecho aquí. Les gusta que transmita algo [...] Cuando regalan alguna de mis piezas sienten que están regalando un pedacito de su tierra». Los cielos grises del invierno, las nasas y redes de los pescadores, las grúas de descarga... Todas esas fotografías de la Galicia pescadora impregnan sus nuevas colecciones y la han empujado a buscar un nuevo obradoiro en el barrio marinero de Bouzas. No tiene miedo del rodillo de la producción en masa: «La fabricación industrial va a seguir ahí. Convivirán las dos. Hay mucha gente que en lugar de comprar una vajilla industrial prefiere ir comprando pieza a pieza una artesana, como si fuera una colección [...] Tienen una historia detrás».