José Manuel Fernández: «El mensaje al ministro es claro: sin ganadería y sin agricultura no hay vida»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

ANA GARCIA

Esta granja de Mazaricos es una de las ocho de Europa que certifica su calidad con la ISO 22000

05 mar 2020 . Actualizado a las 22:09 h.

Mil cabezas de ganado escuchan todos los días y a todas horas música como la de Kiss FM o Cadena 100 en las instalaciones de Busto Corzón. El recinto está impecable. Los terneros están en sus cunas y las vacas madres en un espacio en el que se mueve en libertad. Del cuello les cuelga un aparato que envía una señal a una antena y esta, a su vez, al teléfono del ganadero, en caso de que alguna res sufra algún problema físico. José Manuel Fernández Villar (Mazaricos, 8 de diciembre de 1973) es el gerente, y nada más entrar en su pequeño despacho se fija en una medalla de oro que recibió una de sus vacas.

-Se llamaba Licipaína. Tenía una muy alta valoración genética, era de lo mejorcito a nivel mundial. Obtuvimos muchísimos embriones de muy, muy buena calidad.

-¿Cuántas reses tienen?

-937, entre terneritas, novillas y vacas. Para mí, una vaca es vaca desde el momento en que tiene el primer parto. Es entonces cuando empieza a dar leche. Hacia atrás son novillas, y las pequeñitas, terneritas. Aquí hacemos también la propia recría. Vacas madres contabilizamos 520. Después nos figuran las de ordeño y las secas. Estas últimas están en descanso para volver a dar leche. Una vaca pare; en el momento del parto se empieza a ordeñar y después se insemina por primera vez más o menos a los ochenta días del parto. Si queda preñada son nueve meses de embarazo y siete ordeñándola. Lo normal es que una vez que la vaca llega a los siete meses de embarazo se la deje de ordeñar, y se le dé dos meses de descanso. Así, cuando vuelva a parir estará preparada para volver a dar leche.

-¿Cuál fue su primera vaca?

-Yo ya tenía vacas en casa de mis padres. Esta es una empresa que hizo ahora once años. La constituimos tres socios: José Antonio, otro José Manuel y yo… Las tres J. En el 2006 iniciamos el proceso de constitución, y a finales del 2008, la actividad. Pero once años antes de esta aventura fui carpintero. Nuestros padres [se refiere también a los de sus socios] tenían vacas, pero eran granjas muy anticuadas. Había que hacer muchas mejoras. Seguir de aquella manera no era viable. La calidad de vida no era buena.

-¿Sigue sin ser buena?

-Me explico. Hay, al menos, dos formas de vivir en el campo. Primero, en una explotación familiar de toda la vida, donde está el padre, la madre y el hijo y la nuera; y la segunda, montando una SAT [sociedad agraria de transformación] o una cooperativas. Nosotros apostamos por la SAT. Trabajamos como una empresa: tenemos salarios, vacaciones, días libres, horarios. Somos nueve personas trabajando en Busto Corzón (cinco de fuera, cuatro de casa) y nos turnamos. Tienes calidad de vida. Y nuestros padres también viven, porque están en casa jubilados y dedicados a lo suyo: un cerdito, una gallina, unos pollitos, un invernadero. Pero en las explotaciones familiares donde no hay gente de fuera... Las vacas comen 365 días al año y hay que ordeñarlas dos o tres veces al día; los que trabajan allí no saben cuando es domingo, festivo o Fin de Año. Hay que estar, y eso no te deja vivir. Además, en Galicia eres ganadero y agricultor. Tienes que cuidar la tierra y atender a los animales. Te requiere muchísimo tiempo, no hay horarios.

-¿Por qué dejó la carpintería y optó por la ganadería?

-Siempre me gustó. Nací en casa de mis padres, vivo con ellos, con mi esposa y mis dos hijos. Pero la explotación no era tan grande como para tantos. Decidí aprender un oficio hasta que llegó el momento de tomar una decisión: seguir con la carpintería o darle una solución a la explotación. Fue entonces cuando pensé: «Hay mucho futuro en el rural. Somos de aquí, nacimos aquí y vamos a pelearlo». Viajé a Francia y visité muchas granjas que se habían constituido en sociedades. En Galicia la gente pensaba que el primer año nos estrellábamos.

-Son la primera ganadería de Galicia. ¿Es rentable?

-Sí. Empezamos de la nada, y hoy tenemos dos hectáreas edificadas y 135 en total.

-¿Esta empresa tiene futuro?

-Creo que sí. Sé que están cerrando muchísimas granjas cada año. Y a alguna de esta dimensión le tocará. Me dijeron que en Estados Unidos estaban cerrando granjas de 20.000 vacas porque no hay mano de obra, los Trump echan a los mexicanos que son los que trabajan. En Galicia es importante que el sector agrario y ganadero tenga futuro; de lo contrario todo esto sería una selva. Y es posible porque estamos produciendo un alimento de primera necesidad. Galicia sin ganadería y sin agricultura no tendría sentido. Sin los ganaderos y sin agricultores no hay vida. Los datos dicen que cierran muchas granjas, pero las que quedamos estamos produciendo más leche. Este sistema de granja que nosotros tenemos no es el modelo tradicional de Galicia. Sí hay explotaciones grandes con 200 cabezas, 300 cabezas. Pero no de mil. Las puede haber en Toledo y en Talavera, en Francia o en Italia.

-En Toledo no dan una leche tan buena.

-Creo que no. Nuestra leche tiene muchísima calidad, y cada vez se nos está exigiendo más. Y ahí sí, hay que decir que el precio está muy bajo. Pienso que una explotación como la nuestra es rentable por el volumen que mueve. Si produces de media a 33 o 34 céntimos el litro, la cosa anda muy justa.

-¿A cuánto les compran?

-A veces a 30. Por debajo del coste de producción muchas veces. Y por encima, muy pocas. [Respira]. Hay muchas granjas que están perdiendo dinero y cierran.

-¿Entonces?

-Luego hay ingresos como alguna ayuda, la PAC, vacas que van al matadero, terneros para vender. Esta granja vive de la leche, pero si las pequeñas tuviesen que vivir solo de la leche, no quedaría ninguna.

-¿Qué está pasando con el ministerio? ¿Fue a alguna movilización?

-No, pero el mensaje está claro: sin ganadería y sin agricultura no hay vida. No puedes vender un producto que luego encuentras en el supermercado a un precio cinco mayor que el coste de producción. Entiendo a la industria y a la distribución. Entre ellos negocian, nosotros no tenemos manera de negociar. Ni tan siquiera sé a cómo voy a cobrar la leche el mes que viene. La tarta tenía que ser repartida al revés: al ganadero habría que darle lo que necesita para producir ese tipo de alimento. ¿Es lógico que nos paguen a 30 céntimos cuando dirigimos una de las ocho granjas de Europa certificadas con la ISO 22000? Producimos dos tipos de leche: Feiraco y Únicla, que lleva tres años consecutivos siendo premiada como la mejor leche de Europa en sabor. Para esto necesitamos la ISO 22000, la certificación de bienestar animal, la huella de carbono, altos niveles de desinfección, limpieza, calidades en grasa, proteína. Y estamos hablando siempre de 30 céntimos, los mismos que hace diez años.

«Ves a las vacas llorar cuando están tristes o enfermas, pero también las ves contentas»

A mitad de la entrevista vuelve a salir la pregunta sobre su primera vaca.

-No sé cuál fue. Pero me acuerdo de una que se llamaba Paloma. Antes, en mi casa todas tenían nombres: Paloma, Pastora, Maravilla. Ahora no, es imposible. Cuando tienes mil vacas se numeran.

-¿Por qué se acuerda de Paloma?

-Era muy buena, muy cariñosa. Recuerdo cuando hicimos el cambio. Vinieron andando desde mi casa hasta aquí. Paloma se quedaba mirando hacia atrás, como pensando «hacia dónde me llevan». Estuvo tres años con nosotros. Era muy productora.

-Habla de las vacas de una manera especial. ¿Cree que son inteligentes?

-A veces, más que la gente. Entienden perfectamente y son muy listas. Si les das cariño, también te lo dan. Nos conocen por la voz, por los gestos. Saben quién es el que está todos los días con ellas. Distinguen quién es quién por la manera de trabajar. Yo las veo llorar cuando están tristes o cuando están enfermas. También las ves contentas. Te conocen, te acarician, te acariñan. Si me meto en el medio de ellas, me lamen, vienen detrás de mí, me tocan con la cabeza. Ellas tienen sentimientos. Es bonito. Cada vez está más de moda el bienestar animal. Y las vacas, como la gente, también necesitan cariño. Entienden lo que sucede a su alrededor. Saben cuándo tienen que ir a comer, cuándo tienen que ir a beber, se acuestan en la cama, duermen, saben la hora de ordeñar, vienen a la sala, entran, dan la leche, salen. Nadie les dice «por aquí», «por allí»

-Busto Corzón forma parte de Clun. ¿Qué tal va?

_Sí, estamos fusionados con Melisanto e Irmandiños. Creo que Clun es un buen proyecto, abierto a más cooperativas.

-Dicen que es la gran láctea de Galicia.

-¡Ojalá! Ojalá se una todo el cooperativismo gallego e incluso podamos hablar del grupo lácteo de Galicia.

-¿Qué pasará con la Política Agraria Común (PAC)?

-A ver lo que hace este Gobierno. También está el brexit.

-¿Que les diría a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias?

-Que miraran por el rural, porque sin los agricultores, sin los ganaderos y sin los marineros, ¿qué comeremos?